Led Zeppelin resucita en Londres su leyenda

EFE

CULTURA

No defraudaron. Con muchas más arrugas que antaño, una imagen austera de negro casi riguroso y alejados del «look» salvaje de finales de los 60 pero con la misma contundencia.

11 dic 2007 . Actualizado a las 09:56 h.

Veintisiete años después de su desaparición, Led Zeppelin ha resucitado en Londres su leyenda con un repaso magistral a algunos de los grandes clásicos de la historia del rock como «Starway To Heaven» (1971) o «Whole Lotta Love» (1969).

No defraudaron. Con muchas más arrugas que antaño, una imagen austera de negro casi riguroso, alejados del «look» salvaje de finales de los 60 pero con la misma contundencia, el grupo británico rubricó con sobresaliente un legado inconfundible en un majestuoso regreso a los escenarios.

Volvieron a lo grande, ante unas 18.000 personas que abarrotaron esta noche el O2 Arena londinense. Allí se escuchó de nuevo la voz especial de Robert Plant, los desgarradores e inconfundibles «riff» con la guitarra doble de Jimmy Page; a un John Paul Jones en plenas facultades con el bajo y los teclados y ocupando el lugar que dejó el malogrado John Bonham, su hijo Jason, que supo estar más que a la altura en la batería.

Fue un concierto homenaje a Ahmet Ertegun, el hombre que fundó el sello discográfico estadounidense Atlantic Records y que apostó en 1968 por el potencial de los británicos, convirtiéndolos en la primera banda de rock que fichaba por una discográfica especializada en grupos de soul y R&B.

Aunque fueron Plant, Page, Jones y Bonham «júnior» los que lideraron el tributo británico a los 60 años de carrera de Ertegun, fallecido a los 83 años en diciembre del 2006, hubo prólogo de excepción. En el O2 Arena estuvieron gigantes como Bill Wyman, ex Rolling Stone, el grupo Foreigner o Paul Rogers pero también jóvenes músicos como el cantante escocés Paolo Nutini, que hizo versiones de Ray Charles («Mess Around») y Nancy Sinatra («Bang Bang»).

Esta noche, casi tres décadas más tarde de que los excesos con el alcohol a los que acostumbraba John Bonham -falleció en 1980 tras ingerir nada menos que 40 chupitos de vodka- pusieran punto y final al cuarteto, Led Zeppelin desempolvó los mismos ingredientes que les auparon al olimpo de la música.

De nuevo se escuchó su potente conjunción del hard rock, el misticismo de sus letras y las pinceladas «blues» y folk de su música, que encendieron a un auditorio de nostálgicos que corearon casi todos los temas, algunos del primer álbum, Led Zeppelin I, como «Good Times bad Times», que abrió el espectáculo o el tema blues gótico de «Dazed And Confused».

Tampoco decepcionó Jason Bonham en un momento calificado por él mismo como «definitorio». El músico hizo resucitar las manos de su padre, del que esperaba, dijo, que le «susurrara algo al oído». Y debió haber sido así.

Desgranaron otras canciones inolvidables del Led Zeppelin II (22 de octubre de 1969) con «Ramble On», enmarcado en un decorado en el que las imágenes de los músicos se iban superponiendo en fondos geométricos, en blanco y negro, en tonos ácidos y eléctricos.

Pero Londres también vibró con tonadas setenteras como «Since I've Been Loving You» ( Led Zeppelin III, 1970), un tema oscuro y sexy pero también mágico y elegante, para el que hoy los británicos eligieron teñir de rojo la pantalla gigante que enmarcaba el escenario.

El riff salvaje de Jimmy Page en «Black Dog» (1971) o el siempre evocador «Starway To Heaven» -Led Zeppelin IV (1971)- transportaron a la afición británica.

Este último, casi un himno de la música contemporánea, supuso, previsiblemente, uno de los momentos álgidos de la noche. Los ocho minutos que dura la canción pasaron volando y los Zeppelin recrearon como hace años la progresión de la canción y su estremecedor recorrido desde los acordes más suaves hasta el potente sonido de una desgarradora batería (a cargo, hoy, de Bonham «junior»). Sin olvidar, claro, el excepcional solo de guitarra de Page.

Hubo tiempo para la improvisación, e incluso para presentar un nuevo tema. Fue en este momento, en la primera parte del concierto, cuando Plant, muy comunicativo con los congregados, contó a la audiencia que se le venían a la mente «miles y miles de recuerdos» y agradeció el hecho de «tener a Jason en el grupo».

La guinda del pastel la pusieron con la psicodélica Kashmir (Physical Graffiti, 1975), un alarde sónico en el que brilló su imponente solista.

Aclamados por las exigencias del público, los Led Zeppelin tuvieron que salir al escenario dos veces más. Regresaron a 1969 con «A Whole Lotta Love» y culminaron esta excepcional reunión con su acento más rock en «Rock And Roll».

Fueron dos horas de auténtico éxtasis para un grupo considerado el mejor de la década de los 70. Para muchos, también, la mejor formación de rock de la historia de la música.