Los secuestradores de indigentes, a la cárcel por trata de seres humanos

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

CULLEREDO

POLICIA NACIONAL

Las víctimas eran confinadas por la noche bajo llave en destartaladas cajas de camión instaladas en las fincas de los detenidos, en un monte de Culleredo

07 mar 2015 . Actualizado a las 13:33 h.

Ni rastro de culpa. Los dos detenidos por el secuestro de indigentes en un monte de Culleredo se mostraron ante la jueza no como buenos, sino como «magníficos ciudadanos». Personas «de corazón» que ofrecían trabajo a los necesitados, a los que trataban con mimo. «Sin gritos ni, mucho menos, golpes», declararon.

Que la policía se encontrase en sus fincas con chamizos o viejas cabinas de camiones llenas de basura y que solo se podían cerrar desde fuera no significa nada para ellos. Que los agentes hallasen armas en su poder, tampoco. Que los indigentes tuviesen que dormir en colchones tirados por el suelo, mucho menos. Nada les resultó anormal del modo de vida en el que vivían los indigentes.

Cuando se les dijo que las víctimas los habían acusado de amenazas y que los obligaban a dormir en chamizos cerrados bajo llave, ellos respondieron que mienten, que ni los atemorizaban ni pasaban la noche confinados; que si eso fuera cierto podrían huir durante el día, «pues trabajaban con total libertad». Entonces, si los trataban tan bien, ¿por qué los denunciaron? «Supongo que por dinero, porque no me lo explico», respondió uno de ellos, el hombre que ya fue detenido en enero y ahora otra vez en la operación del pasado miércoles.

Pero la fiscala les recordó que tres de los indigentes, según pudo saber la policía, sí huyeron. Uno escapó a Malpica, lo persiguieron, dieron con él y lo trajeron a la fuerza. Y otro, que buscó refugio en Portugal, corrió la misma suerte. Sobre eso no quisieron contestar más que todo es una falsedad. Es más, uno de los detenidos recordó que el mes pasado volvió a su casa para trabajar de nuevo con él un indigente que se había ido el año pasado. Le pidió ayuda al no encontrar otro trabajo. Pero ese hombre, al ser preguntado por la policía sobre su presencia en la casa, respondió que estaba allí contra su voluntad. Lo dijo después de ser detenido al ser confundido por la policía en un primer momento como uno de los supuestos secuestradores cuando se procedió al registro de la casa. En la comisaría se aclaró todo y pasó a ser un testigo protegido. También quedó libre una mujer tras declarar ante la policía.

Sobre la presencia de los imputados como cotitulares en las cuentas bancarias de algunas de las víctimas, donde les ingresaban las pensiones, salieron del paso con estas palabras: «Es que como alguno era mayor, nos pedía que estuviéramos con él en el banco, pues ellos casi no sabían leer y muchas veces les costaba acercarse a la sucursal». Es más, para que le quedasen claras a la jueza sus buenas intenciones, y que se volcaban con ellos, añadieron que eso se lo hacían «como un favor».

Detención ilegal

Pero la jueza del Juzgado de Instrucción número 6, a petición del fiscal, decidió enviar a los dos a prisión, imputados por los delitos de detención ilegal, trata de seres humanos, amenazas graves, robo con violencia o intimidación y otros contra la integridad moral. Tapados y tras declarar, fueron introducidos en un furgón policial a última hora de ayer que los trasladó a la prisión de Teixeiro, donde ya pasaron su primera noche.

Feriantes de profesión, los detenidos confesaron ante la policía y luego ante la jueza una vida de penurias y mucho trabajo. Pasan el año de feria en feria. Tienen varias atracciones y necesitan mano de obra. Por eso ofrecen trabajo y prefieren que sea «a gente necesitada». Como no les podían pagar casi nada, según contaron, no podían ofrecerles más que cama y comida.

En los últimos años muchos indigentes trabajaron para ellos. Ya el padre de uno, ya fallecido, tenía a personas en las mismas condiciones. Esa es la defensa de los acusados, porque en todos los años que llevan así, nadie hasta ahora se quejó ni los denunció. Pero los investigadores dicen tener pruebas de sobra contra ellos. Según la policía, los encarcelados, naturales de España y de Portugal, secuestraban «a personas especialmente vulnerables a las que sometían a tratos inhumanos y degradantes».