Los autónomos de A Coruña, ante el reto del invierno más caro

Ana González Núñez
Ana González A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Teresa Rial, de Peluquería Rial.
Teresa Rial, de Peluquería Rial. CESAR QUIAN

Ya sufren la bajada del consumo, mientras ven cómo se triplica su factura de la luz y cómo se multiplican los precios de las materias primas

02 dic 2022 . Actualizado a las 14:05 h.

«Nos están desangrando». Así comienza su relato Mirna Ibarra, propietaria del restaurante Bocarrana. Esta es la tónica general en el colectivo de los autónomos, pues este año sus gastos han crecido de media «entre un 35 y un 40 %, por el encarecimiento de materias primas y de la energía, fundamentalmente», explica Javier Francisco Pérez Bello, presidente de la Federación de Autónomos de Galicia (Feaga). «La situación es dramática. Estamos viviendo un tiempo en el que todo va en contra», afirma Pérez, quien sitúa en un 88 % el porcentaje de trabajadores por cuenta propia que vieron sus costes incrementados.

Mirna Ibarra, hostelera

«No tengo reservas para Navidad». Mirna regenta un local en la calle Emilia Pardo Bazán, en A Coruña, y otro en O Pedrido, en Bergondo. «Estoy arrepentidísima de haber abierto el segundo. Una lo hace pensando que va a ser un beneficio, pero no lo es», lamenta esta argentina afincada en A Coruña que tiene una hija menor de edad. «No quiero dejar sin trabajo a mis trabajadores. Quiero cumplir con todo, pero te atan por todos lados, con la luz, el gas, los impuestos, las cuotas de la Seguridad Social...», remarca la hostelera, que no soporta la fluctuación de los precios. «Los proveedores me dicen que hoy el aceite está a un precio, pero ya me adelantan que para la semana siguiente subirá tres euros», ejemplifica. 

Mirna Ibarra es la gerente de Bocarrana.
Mirna Ibarra es la gerente de Bocarrana. IVÁN GARCÍA

A pesar de este incremento, dice, «los clientes quieren pagar lo mismo». Asegura que ahora es imposible sacar beneficio de una tortilla, «con lo que han subido los huevos, las patatas y el aceite». También sufre la bajada del consumo porque la gente se está apretando el cinturón. «Es una fecha especial en la que tendríamos que frotarnos las manos y ahora estamos rogando que entre gente. A estas alturas, otros años tenía la agenda completa, pero ahora casi no tengo reservas para los días de Navidad», señala Mirna. Y los que van, piden menos. «La gente no quiere perder la costumbre de salir a comer o a cenar, pero vienen y comparten un plato y un postre. Un cliente que antes se gastaba 30 euros, ahora se gasta 12 o 15 euros», indica y cifra en un 40 % el porcentaje de venta que perdió entre los dos locales.

«Tengo miedo. Nosotros dependemos de los clientes. Si me baja la caja un 50 % estoy amargada porque ese día yo ya lo perdí», describe la mujer, que asegura que como autónoma trabaja «mucho más» que sus compañeros, pues no permite que ellos se excedan de su horario. Otra de sus preocupaciones es que le pueda aumentar el importe de la renta que paga por sus locales si se hace una revisión acorde al IPC. «Si me subiera el alquiler, sería pérdida», apunta.

Javier Fernández

«La gente mira mucho más los precios que antes». No menos halagüeña es la situación es la situación de Javier Fernández, de La Casa de las Zapatillas de la calle Panaderas, un negocio con más de cien años de antigüedad. «Todo lo que nos podía subir nos ha subido», expresa el hombre, que sufre especialmente el encarecimiento del calzado que compran y lo cifra en un 10 %. «Hemos tenido fábricas que han preferido no servirnos por el aumento del coste de fabricación», manifiesta Fernández, quien no ha podido repercutir el aumento completo al precio final del producto.

Javier Fernández, en la Casa de las Zapatillas.
Javier Fernández, en la Casa de las Zapatillas. CESAR QUIAN

«Hay unas zapatillas que estamos vendiendo ahora a 21,99 euros. Si las tuviéramos que poner en su precio real, tendrían que costar 24,99 euros», agrega este vendedor, que sabe que si sube el importe baja mucho la venta. «La gente mira los precios mucho más que antes», desliza Fernández, conocedor de que «al pequeño comercio le cuesta mucho más vender que a los grandes», por lo que tiene que reducir su margen de beneficio.

Teresa Rial, peluquera

«Si antes venían dos veces a la semana, ahora vienen una». La peluquería Rial peina a los vecinos y vecinas de O Castrillón desde 1999, pero también sufre la crisis. Teresa Rial es autónoma y llevaba muchos años sin subir el precio de ninguno de sus servicios, «ni siquiera la subida del IVA», pero este año no le quedó otra que aumentar el importe que cobra por lavar y peinar, porque son acciones «que van directamente en la factura de la luz», engrosada por sus secadores, planchas, maquinillas de afeitar y el termo eléctrico. El material que usan en la peluquería también se ha encarecido, pero lo que se avecina es peor. «Algunas cosas ya han subido algo, pero generalmente las casas de productos suben cada año. Entonces en enero es cuando más lo vamos a notar», sostiene. «Me hace gracia lo que dicen de que ahorremos porque en mi casa el año pasado ya no se puso la calefacción porque estaba carísima. Nos pusimos la bata y andando», recuerda.

Esta peluquera tampoco comparte la cobertura que tiene la cuota de autónomos. «No me parecería caro si tuviéramos prestaciones normales, pero pago 300 euros al mes y no tengo ni derecho al paro ni una pensión de jubilación decente, ni nada», condena. «Veo comentarios de gente que propone que paguemos más. Yo de mil amores pagaría 600 euros, pero no puedo, ya pago un dineral por la Seguridad Social de mi empleada», lamenta Teresa, quien critica también la reforma hecha por el Gobierno sobre las cuotas de los autónomos por tramos. «Nos va a afectar a nivel de facturación. Es una medida para exprimirnos más. No sé qué más quieren hacernos a los autónomos», lamenta Rial.

Ángeles Pernas, panadera

«La factura de la luz es un crimen». Ángeles Pernas regenta la Panadería Ángeles en la calle Novoa Santos y define la situación como «terrorífica» porque «sube todo y cada vez se vende menos».

Ángeles Pernas, de la Panadería Ángeles.
Ángeles Pernas, de la Panadería Ángeles. IVÁN GARCÍA

«La factura de la luz es un crimen. Antes pagaba 250 euros y el mes pasado pagué 700 y pico. Se triplicó», asegura esta autónoma que lleva casi 30 años al frente de su negocio. Antes hacía pan por la tarde, pero ahora no puede permitirse encender el horno tantas horas. «Si no, tendría que cerrar», manifiesta Ángeles, que apunta que subió todo, pero es la factura de la luz lo que la hace tambalearse. «Yo no puedo subir las cosas más porque no vendería. No puedo competir con un supermercado», asume.

Fernando Miguélez

«La situación nos obligó a subir un poco los precios». Fernando Miguélez y Laura Díaz son autónomos y dirigen el centro de ocio y tiempo libre Puzzle, situado en la avenida del Ejército. Ambos hacen diferentes talleres para personas de distintas edades y los de cocina son los principales. Por eso, notan mucho la subida de la luz y los alimentos. «Es mucho más complicado. Nos ha obligado a tener que subir un poco los precios. Lo hemos notado mucho con la luz porque tenemos cocina de inducción. Además, al hacer las compras de productos y materiales se nota mucho la inflación. Llenamos el carro por el doble o el triple que antes», cuenta Fernando.

Fernando Miguélez ofrece talleres en Puzzle.
Fernando Miguélez ofrece talleres en Puzzle. MARCOS MÍGUEZ

También realizan talleres de maquillaje y de memoria para mayores, así como campamentos en verano. «En estos, la subida se nota un poquito menos», apunta Miguélez, que sitúa en un 15 % el aumento de su factura eléctrica. Considera que el alquiler de su local va a incrementarse el año que viene. «Afrontaremos la subida sí o sí», resalta el emprendedor, que comenta que pagar la cuota de autónomos «es duro», pero su trabajo le gusta. «Según la afluencia miraremos cómo replantear los precios», precisa.

Agra do Orzán, Os Mallos y Monte Alto pierden comercio

Los números no son esperanzadores para el colectivo. Los datos de la Seguridad Social revelan que desde septiembre del año pasado al mismo mes del 2022 la ciudad de A Coruña perdió 150 autónomos, hasta llegar a ser 15.257. Y eso teniendo en cuenta que en el 2021 aún había restricciones por la pandemia. «Estamos en un proceso complicado. Tanto la subida de la materia prima, como el cambio que se produce en el consumo y con los suministros de gasolina y gasoil, que están afectando al sector del transporte, la cosa está complicada. Muchos están al borde del cierre», resalta Rafael Granados, presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) de Galicia, quien matiza que los sectores más afectados son la agricultura y el comercio.

 

Locales en alquiler o venta en la calle Barcelona.
Locales en alquiler o venta en la calle Barcelona. CESAR QUIAN

Este último sector, detalla, se ve afectado por la subida del suministro, pero también por el cambio de hábitos propiciado por la venta online y las grandes plataformas. «El comercio próximo no tiene mecanismos para poder defenderse en esta situación», sostiene Granados, que indica que los barrios que más comercio han perdido en los últimos años son Os Mallos, Monte Alto y el Agra do Orzán, pues «la calle Barcelona tenía muchas tiendas y se ha quedado solo con algo de hostelería», apunta. Considera que las dos zonas comerciales que sobreviven en A Coruña son la plaza de Lugo y el centro comercial Marineda City. «Ese es otro de los problemas que tenemos. No podemos competir contra estos grandes centros comerciales», asegura.

El cierre de negocios en los tres barrios mencionados es un proceso que, a juicio del representante de Ata Galicia, «se lleva viviendo desde hace años». «En el Agra do Orzán, en los años 80 y 90 residía una clase media, con entre 30 y 40 años, que eran consumidores. Posteriormente, ellos y sus hijos se fueron de esa zona a otras y el barrio se quedó empobrecido», considera Granados.

Afirma que otra de las trabas de estas zonas es la falta de aparcamiento. «Cualquiera de nosotros quiere ir en coche a hacer las compras y aparcar en la puerta para poder cargarlo y más si tienes que desplazarte con niños. En esos lugares el aparcamiento es muy complicado y en otras zonas, como en el centro de la ciudad, donde casi no se puede pasar con el coche, los comercios se ven afectados. ¿Quién se beneficia? El centro comercial, que da aparcamiento y prestaciones», expresa el presidente del colectivo.

Falta de jóvenes

Otro de los lamentos de las entidades de autónomos es el envejecimiento del colectivo. «Hemos perdido muchos jóvenes. Abrir tu propio negocio no se ve como una opción real para ellos», explica Francisco Javier Pérez, de Feaga. «La media de edad es muy alta. Tenemos autónomos con mas de 55 años esperando a jubilarse», razona Rafael Granados, que sostiene que «el número de autónomos menores de 45 años se ha reducido más de un 35 %».

Los colectivos rechazan también la reforma del Gobierno porque «recorta libertades», ya que quita al trabajador la posibilidad de elegir su cotización. También piden una reducción del 15 % de IRPF que pagan con cada factura porque necesitan tener «liquidez».