Objetivo: Groenlandia

Antonio Sandoval Rey

A CORUÑA CIUDAD

antonio sandoval rey

Muchas de las collalbas grises que nos visitan estos días se dirigen a la isla ártica

21 abr 2018 . Actualizado a las 13:07 h.

Su destino es el norte hacia donde mira la silenciada sirena de la torre de Hércules. Al pie de ese pequeño edificio, vuela y corre entre las rocas, como asombrada por los colores de los líquenes, alguno muy parecido al de las plumas ocres de su pecho. Y va encontrando desayuno en forma de pequeños insectos tan madrugadores como ella.

Cuando se detiene, erguida a la brisa casi cálida de estos días, parece barruntar en la luz del amanecer alguna señal que a mí se me escapa. Como tantas aves migratorias, es capaz de ver los campos magnéticos de la corteza terrestre, una realidad cuya existencia los humanos conocemos bien, pero que nuestros sentidos son incapaces de percibir. A esta collalba gris le sirve para trazar sus rumbos viajeros, junto al brillo de la estrella polar, la posición del sol, el aroma y las formas de los paisajes y algunas otras herramientas siempre en perfecto estado de funcionamiento a bordo de su pequeño cerebro.

Un destino aún frío

Una buena porción de las collalbas grises que estos días se detienen en A Coruña han nacido en Groenlandia, pero han pasado el invierno en África. Asombra imaginar las regiones que, durante las últimas semanas, ha atravesado esta que tengo ante mí. Me siento ante un piloto curtido en largos vuelos sobre sabanas, desiertos y océanos; ha conocido lugares que yo solo puedo ver en la televisión, o imaginar.

Vuela de una roca a otra, y al hacerlo despliega su llamativa cola blanca con una T negra invertida, como un símbolo personal dibujado en su fuselaje. Si va camino de la isla ártica, el valle que será su hogar dentro de poco acaso permanezca todavía así de blanco. O quizá no. El calentamiento global derrite allí más temprano que hace años las nieves y los hielos invernales. Sea como sea, aspira a llegar en el momento oportuno. No demasiado pronto, porque no dispondría todavía de alimento suficiente. Pero tampoco demasiado tarde, ya que entonces encontraría los mejores territorios de cría ya ocupados.

Sus próximas paradas

Una vez que despegue de aquí, irá cubriendo sucesivas etapas de vuelo hasta ese destino. Acaso una de ellas esté en Cornualles, al sur de Inglaterra. Y la siguiente, en algún acantilado de Donegal, al norte de Irlanda.

Entonces saltará hacia Groenlandia. O incluso hasta el nordeste de Canadá. En el primer caso habrá cubierto 2.500 kilómetros de ruta. En el segundo, otros mil más. Para un pájaro de 25 gramos, no está mal. Pero es que las collalbas grises que anidan en Alaska cubren en estas mismas fechas 16.000 kilómetros de viaje desde el este de África. Aunque en su caso, sobre el centro de Asia, no sobre el mar abierto.

Esta, por ahora, solo cambia de roca otra vez. Se ha acercado un poco más a la callada sirena de la Torre. Vuelve a erguir su figura. Y es como si escuchara con atención.

Dónde observarlas

Los días de viento del norte son más propicios para provocar las paradas de collalbas grises en lugares como los parques de Bens o San Pedro y la torre de Hércules.

Nombre científico

Su nombre científico es Oenanthe oenanthe. Proviene de las palabras griegas ainos (vino) y anthos (flor). Y es que a Grecia las collalbas llegan coincidiendo con la floración de la vid.