Un caso singular y un ejemplo precioso

Alfonso Castro Beiras

A CORUÑA CIUDAD

26 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Cuando a la mayor parte de las personas les hablas de un trasplantado de corazón, se imaginan una persona terriblemente enferma, débil y que le cuesta valerse por sí misma. Pero, aunque en algunos casos -cada uno, como las personas, es un mundo y depende del grado de rechazo y otras posibles patologías que pueda tener el individuo- pueda ser así, sobre todo, cuando el paciente supera una cierta edad, en otros, en los que todo evoluciona favorablemente, su reintegración a la rutina diaria es total. Recuperan su actividad profesional y, por su puesto, que su nuevo órgano les permite retomar el contacto con el deporte y con una vida activa. Aunque no voy a negar que el caso que nos ocupa es singular. No es habitual que se llegue hasta los límites a los que se refiere, pero, a la vez, lo considero un ejemplo precioso del éxito que ha alcanzado este tipo de cirugía.

Y que ayuda a debilitar ese estereotipo que se ha formado en la sociedad acerca de estos pacientes, que siguen unos controles tremendamente exhaustivos después de haberse sometido a esta operación. Solo por eso, merece la pena ser divulgado.

Alfonso Castro Beiras es responsable del Área del Corazón del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (CHUAC).