Un molino modernista en Cambre que imprime nobleza a un itinerario fluvial

CRISTÓBAL RAMÍREZ

CAMBRE

cristóbal ramírez

Un panel informa de que ese paseo no es corto ni mucho menos: 14 kilómetros hasta la desembocadura, los primeros de los cuales son una prolongación de la fraga autóctona que aún permanece más o menos virgen

29 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El río Mero, tan ligado a la ciudad de A Coruña, ha dejado atrás las tierras más o menos salvajes y las cultivadas, ha cruzado bajo la AP-9 y la A-6 y enfila hacia el embalse de Cecebre. Es fácil seguirlo, aunque sus aguas están remansadas e incluso dan luego la sensación de correr muy poco. Una pista muy estrecha —y por la que no procede circular cuando es temporada de lluvias porque el nivel del agua puede llegar hasta ella— se convierte en un paseo, sobre todo para los amigos de ir en bicicleta. Unas señales informan de que es el CircuÍto do Encoro.

cristóbal ramírez

Y en efecto, el río se funde en el embalse y no se distinguen sus aguas de las del Barcés o del Viovieiro o del Baldomir, que también alimentan a aquel. Vegetación hay por todas partes y un panel sitúa al excursionista en el entorno. En la búsqueda de la compañía de la corriente, que se cruza, se deja a la derecha el pazo de Macenda (a los 600 metros del río), se llega a una carretera que se toma a la misma mano (a los 100 metros, desvío al observatorio de aves, visita interesante y con suerte se disfruta de la compañía de cisnes) y luego la iglesia de San Pedro también a la derecha y el castro de Orto a la contraria, en la principal elevación del territorio.

Así pues, se cruza el embalse y se marcha por la diestra pegado a él para encontrar de nuevo el río, aquí con más anchura. Una señal advierte de que se ha llegado al Roteiro Mariñán-Paseo fluvial. Y gracias a ese itinerario resulta posible seguir aquel tanto por una orilla como por la otra merced a sendas pistas de tierra muy cómodas de andar. Un panel informa de que ese paseo no es corto ni mucho menos: 14 kilómetros hasta la desembocadura, los primeros de los cuales son una prolongación de la fraga autóctona que aún permanece más o menos virgen.

Yendo por la margen izquierda aparece esplendoroso ante los ojos el molino de Peiraio, que sigue siendo una muy cuidada vivienda nada menos que modernista.

Los historiadores aseguran que ahí se levantó una ermita y que su abad, de nombre Gudesindo, recibió del rey Ordoño II una donación cuando el calendario marcaba el año 917. Algunos lingüistas, por su parte, afirman que el topónimo procede de peirao, así que si existía un muelle deberían de llegar hasta ahí embarcaciones aunque fueran pequeñas.

En resumen: dificultad cero, desnivel cero, la vía del tren está en algún punto a tiro de piedra y de esa forma se gana el puente de Cela, donde hay que cruzar una carretera. Siempre con el río de compañero, se deja atrás otro puente muy bien integrado en el entorno y se alcanza otro más.

El punto final a esta etapa se fija frente a la estación de tren. Así que o media vuelta, o coche de apoyo, o taxi.

INICIO

43º16'52”N 8º17'52”W.

CÓMO HACER LA RUTA

Idónea para caminar.

LA FOTO MÁS PERSONAL

Ante el molino de Peiraio.

MAPA

Instituto Geográfico Nacional 45-II.