Lo pillaron por los pantalones

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

CAMBRE

cedida

No dejó huellas. Tampoco su ADN. Y llevaba el rostro cubierto. Solo la prenda que vestía lo delató

23 nov 2017 . Actualizado a las 07:53 h.

Cuando la Guardia Civil llegó el 11 de septiembre a la gasolinera de la N-550 a su paso por Alvedro se encontró con los empleados todavía temblando del susto. Nada más. No había huellas por ningún lado, restos de ADN tampoco, y cuando visionaron las cámaras de seguridad se encontraron con que los asaltantes eran tres. Entraron en la tienda de la estación de servicio. Uno de ellos portaba una escopeta recortada y otro una pistola. Todos iban con el rostro cubierto y con guantes. La investigación no iba a ser nada fácil, como así se comprobó después. Solo un vídeo con tres malandros irreconocibles amenazando a los trabajadores del negocio para llevarse un botín con 250 euros.

Los delincuentes huyeron del lugar y los agentes no tenían nada. Solo el número de asaltantes, por lo que ponerles rostro se prolongó durante semanas. Hubo que echar mano de confidentes, poner el foco en delincuentes especializados en atracos a gasolineras y luego descartar. Puntada a puntada, los investigadores llegaron al convencimiento de que el robo había sido obra de unos vecinos de Santa Cruz. ¿Cómo llegaron a la conclusión? Fue gracias, en parte, a un compañero del cuartel de Cambre, que dos días antes del atraco se había cruzado con un conocido delincuente de la zona que vestía una cazadora similar a la de uno de los delincuentes. De ahí tiraron del hilo. Investigaron las amistades del dueño de la prenda, recibieron algún que otro soplo y el 11 de noviembre, justo dos meses después del asalto, decidieron ir a por ellos. Se movilizaron varias patrullas. Iban a por tres, pero solo encontraron a dos. El otro continúa fugado, si bien ya está identificado. Solo queda dar con él.

Debido a la inexistencia de huellas o ADN, la Guardia Civil necesitaba pruebas para echarles encima. Y las encontraron durante los registros practicados en sus domicilios. En el armario de uno de los detenidos, los agentes se encontraron con un pantalón «muy peculiar». Un vaquero de color azul con una pequeña rotura o desgaste en la pierna derecha, a la altura del muslo. Volvieron a visionar la grabación del atraco y ahí esta la prenda. La misma, con su misma rotura y en el mismo lugar.

Así fue como la Guardia Civil reunió los indicios suficientes para poner a los arrestados -Ángel J. J. y José C. M.-, a disposición judicial. El titular del juzgado de Guardia les tomó declaración, asistidos por el penalista Diego Reboredo, y escuchó a los investigados jurar que no habían sido ellos. Pero el fiscal no les creyó ni una palabra, pidió su ingreso en prisión y el juez lo ratificó.

Una abogada y la secretaria judicial se tuvieron que echar al suelo en la patrulla

Cuando un vehículo de la Guardia Civil se dirigía al domicilio de uno de los detenidos para practicar el registro, con una abogada y la secretaria del Juzgado en los asientos traseros, se recibió una llamada informando que se iban a cruzar en Santa Cruz, a la altura del supermercado Haley, con otro de los asaltantes. Los agentes cruzaron el coche y salieron armados. Durante la intervención, las acompañantes permanecieron en el suelo de la patrulla.