La banda de secuestradores del maderero de Cambre se enfrenta a 13 años de cárcel

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

CAMBRE

Confundieron a la víctima con su hermano, la mantuvieron 6 días encerrada en un chamizo y pidieron un rescate de 70.000 euros

04 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

A los secuestradores, gente del campo en su mayoría y sin capacidad ni desparpajo para ocuparse de canalladas semejantes, se les ocurrió un día cobrar a las bravas una deuda antigua que con algunos de ellos mantenía un empresario de Oleiros. Por no hacerlo bien, no acertaron ni con la víctima, pues se confundieron y secuestraron al hermano, que nada tenía que ver. A este hombre, vecino de A Coruña, lo citaron con engaños el 18 de enero del 2014 en un monte de Aranga. Una vez allí, lo ataron, le dieron unos golpes, lo metieron en el maletero de un coche y lo trasladaron a Caldas de Rei, donde pasaron la noche. Al día siguiente, pusieron rumbo a una casa de Lalín, propiedad de los exsuegros del cerebro del secuestro. Allí lo mantuvieron encerrado en un chamizo durante seis días mientras exigían de modo chapucero a su esposa el pago de un rescate de 70.000 euros. No se llegó a pagar un céntimo porque la Guardia Civil liberó al empresario y detuvo a la banda. Son ocho y tanto la Fiscalía como el abogado de la víctima, el penalista Ramón Sierra, piden que sean condenados a una pena de 13 años de prisión como autores de los delitos de detención ilegal y tenencia ilícita de armas. El juicio no tiene fecha todavía, pero es probable que se celebre después del verano.

Las acusaciones sostienen en su escrito de calificación que la víctima fue golpeada y amenazada por sus secuestradores, que le dieron varias palizas durante el cautiverio al que estuvo sometido en la casa de la aldea de Xar, en el municipio de Lalín. Fue agredido por uno o varios de los miembros de la banda que lo mantuvieron encapuchado, atado y asustado en un zulo improvisado en un pequeño habitáculo del cobertizo anexo a la vivienda. Allí dormía, comía y hacía sus necesidades. Y allí era agredido a puñetazos.

Amenazas

«O pagáis o le vamos amputando partes del cuerpo y lo matamos», fue la amenaza de los secuestradores. La banda pidió 70.000 euros como rescate a la familia.

La madrugada del rescate estaban en la casa Esther Silva Taboada y Miguel Martínez Cuadrado, el matrimonio de jubilados residente en la vivienda. Cuando la Guardia Civil irrumpió por sorpresa en la casa también estaban allí la hija del matrimonio, Isabel, y su novio, José Manuel Mejuto, además de Ramón Mosquera Tarrío, que fue policía local en el País Vasco y que supuestamente se encargaba de vigilar al secuestrado.

Jesús Mejuto y su hijo José Miguel, de 18 años, fueron detenidos en Melide a primeras horas de la mañana del mismo día 24, pocas horas después de que el empresario fuese liberado por los agentes. Padre e hijo fueron interceptados en su coche e incluso colisionaron contra un coche patrulla de la Guardia Civil cuando al parecer intentaban huir del dispositivo policial. Finalmente fueron arrestados por los guardias civiles. Al día siguiente, el domingo, 25 de enero, fue detenido Jesús Manuel Miguélez García.

Inexpertos y peligrosos

Los ocho detenidos permanecen desde entonces en prisión y ahí seguirán a espera de juicio. Durante sus interrogatorios quedó demostrado su falta de pericia en el mundo de los bajos fondos. Qué se puede esperar de un secuestrador que no deja dormir al secuestrado porque ronca como un oso, obligando al cautivo a fabricarse unos tapones para conciliar el sueño. Qué se puede pensar de un delincuente que se pone a jugar con una pistola y a punto se lleva por delante a su compinche por darle al gatillo sin querer. Qué decir de una banda de secuestradores que piden el rescate dejando una carta en el buzón de la familia. Porque así son y así actuaron.

Pero que sean los peores secuestradores del mundo no les quita una pizca de peligrosidad, según la Guardia Civil y las acusaciones, que están convencidos de que la vida del maderero pendió de un hilo durante los seis días que estuvo cautivo. El máximo responsable de la Guardia Civil dijo que por su inexperiencia eran «una bomba de relojería».