Jessica Estraviz aprendió de su abuela a hacer de forma artesanal estas pequeñas pastillas de aceite y sosa que son auténticas obras de arte
02 ene 2021 . Actualizado a las 18:09 h.«Mi abuela hacía el jabón que se elaboraba antes en las casas. Sabía la técnica de verlo y se me quedó la espinita de querer hacerlo. En el confinamiento surgió el tiempo y me puse a ello». Jéssica Estraviz enseña algunos de los jabones artesanales de su marca Mar de Miranda. Los fabrica a mano y parte de su inspiración viene del paisaje y el color del mar que baña la costa de Mera. «Mar de Miranda son los nombres de mis hijos Mario, Miranda y Marieta y también tiene relación con la vinculación que tenemos con Mera». Para Jéssica, los jabones artesanales son su «cuarto hijo» por el tiempo y el mimo que le dedica a cada uno de ellos. «Es un proceso largo. Los hago con jabón y sosa y tienen que estar unas cuatro semanas curando. En el obrador hay que tenerlos mimados, vigilar la temperatura, la humedad…».
Cada pequeña pastilla de jabón es una obra de arte. Algunas, por sus colores y sus formas, dan ganas de comérselas. «Cada jabón lleva sus aceites, que tienen diferentes propiedades». Entre los más demandados están el de carbón activo y el de árbol de té que, cuenta Jéssica, es bueno para las pieles grasas. También los hay de jazmín, «que huele increíble», de lavanda o de cúrcuma. Pero, además de su olor intenso y de su beneficio, Jessica mimó su acabado para que este jabón artesanal entre por los ojos: «Como me gustaba, estuve aprendiendo y estudiando horas y horas para hacerlos bonitos, y viendo muchos vídeos de técnicas. Me encanta formular jabón y que, además de beneficioso para la piel, sea bonito».
Otro de sus best seller es un jabón con una cuerda, que Jéssica hizo como una prueba para ella para evitar que la pastilla tocase el agua y se estropease: «Tuvieron mucho éxito». Vende a través de su perfil de Instagram y para estas fiestas creó unos packs compuestos por unas cajitas de madera, unas jaboneras hechas de cerámica en Galicia y unos discos reutilizables. Jéssica se suma a ese grupo de pequeños artesanos coruñeses que crean con sus manos objetos únicos y que conectan con la naturaleza. Una forma de dar vida a esa receta que aprendió de su abuela y compartirla con todo el mundo. El resultado la colma de felicidad: «Empezar como un hobby y verte respaldada por tu círculo cercano es algo que te anima a seguir adelante, trabajando y aprendiendo».