Música descriptiva

Hugo Álvarez Domínguez CRÍTICA MUSICAL

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

El director titular de la OSG, Roberto González-Monjas, mostró esta semana el potencial de la orquesta en una interesante partitura contemporánea

22 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En su décimo programa de abono, la OSG ofreció tres obras variopintas (complicado encontrar un nexo entre ellas) agrupables como música descriptiva. Ascent, de la sueca Andrea Tarrodi, es una suerte de extenso concierto para orquesta que explora, dentro de la tonalidad, originales sonoridades (el uso de cuerda y percusión es audaz, y el del metal, generoso) para trazar un viaje de las profundidades abisales a la superficie con rica orquestación y fuerza expresiva. Roberto González-Monjas mostró el potencial de la orquesta en una interesante partitura contemporánea y accesible.

El barítono Andrè Schuen interpretó los Kindertotenlieder de Mahler (una de las más bellas expresiones de dolor de la historia de la música). De timbre lírico y cálido, dice el texto (por fin sobretitulado) con intención, y su fraseo se prodiga en delicadas medias voces y excelente uso de los reguladores. Hubo intimidad escalofriante en Wenn dein Mütterlein (corno inglés en estado de gracia) y, sobre todo, en el final de In diesem Wetter, susurro acariciador que se fundió con las cuerdas en un momento mágico. Si la voz (no grande pero bien proyectada) acusó a veces la compleja acústica del Palacio de la Ópera, el solista se mostró como un liederista de raza al que el maestro cuidó en una lectura a su servicio ante una orquesta que revalidó su familiaridad con Mahler. Ojalá el repertorio vocal tuviese más presencia en la programación de la Sinfónica.

Fue arriesgado acabar con la Sinfonía litúrgica, de Honegger. A modo de réquiem de guerra mudo, posee ecos de influencias muy variadas y exige mucho a todas las familias de la orquesta, que lucieron redondo sonido. González-Monjas ofreció una lectura cauta que no siempre profundizó en los matices de la partitura. Dentro del orden, mejor los instantes íntimos (ese segundo movimiento o el final) que los de fuste, susceptibles de mayor expansión, con una orquesta de altura.

El programa pareció inconexo y González-Monjas, que ha tenido noches más redondas, encontró su mejor momento acompañando a Andrè Schuen.