Cuando íbamos al cine

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

Última sesión de cine en el Teatro Colón
Última sesión de cine en el Teatro Colón XOSÉ CASTRO

Las películas cambiaban y tenías otra sensación en función de donde vieras el filme

26 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando íbamos al cine todo era distinto. Lo vivíamos de otra manera. Porque no era igual meterse en el Valle-Inclán que en los Equitativa o en el Goya. Importaba la sala, el ambiente, la compañía. Por eso las películas cambiaban y tenías otra sensación en función de donde vieras el filme. ¿La película era la misma? No. Porque no era igual recostarse en aquellos sillones enormes del Valle-Inclán, en donde además solían darte información escrita del filme, que estrecharte en la incomodidad del París. En el Valle-Inclán, por eso, yo vi las mejores películas; era inevitable, porque allí se respiraba otro cine. Recuerdo Las amistades peligrosas, Los puentes de Madison, Cyrano... Pero es imposible no hacer memoria del impacto de Pulp Fiction en el Riazor o las enormes colas del Colón para disfrutar de E.T. Allí vi El Padrino III y por primera vez el enorme cartel de Grease cuando todavía no tenía edad para cruzar la puerta para ver a John Travolta. Pero recuerdo el cartel. Y en el Avenida se quedó mi infancia Disney con Dumbo resoplando en las orejas. En el cine Coruña mi abuelo me llevó a ver Evasión o victoria y en el Goya recuerdo toda una película esperando por un beso que no llegó. Por eso creo que podría recitar, como todos los coruñeses, en qué cine (¿te acuerdas?) disfruté de cada una de las películas que vi. Esa emoción no se olvida. Era otra manera de vivir, cuando nada era tan fácil y no se disfrutaba a golpe de clic. Tenías que hacer tiempo para llegar pronto a coger las entradas, hacer cola para conseguirlas y encontrar a quien te acompañara. El cine era un universo distinto donde la gente se daba la mano y se robaba besos. Lo que vino después es otra cosa. Y a las películas se les acabó toda la pasión. Se quedó para siempre en aquellas salas oscuras que te provocaban un cosquilleo. «Calla, que empieza». Y se acabó.