Menos cine, menos magia

Antía Díaz Leal
Antía Díaz Leal CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

CESAR QUIAN

25 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Encuentro en un libro de Pepa Blanes (Abre los ojos) una cita de Giorgio Agamben: «El hombre es el animal que va al cine». Es parte de una reflexión interesantísima sobre la relación del ser humano con las imágenes: somos los únicos animales que nos interesamos por ellas «en sí mismas». Por eso, dice el filósofo italiano, vemos pintura y vamos al cine.

Ir al cine es una acción muy específica que no consiste solo en ver una película, va más allá. Desde el salón burgués parisino de los Lumière a los barracones de feria en los que el cine se convirtió en un espectáculo popular, ver películas ha sido un acto social, individual y colectivo al mismo tiempo. Por eso recordamos la primera película que vimos en una sala, o cuando se cumplen 25 años de un estreno decimos: yo la vi allí, con estas personas. Pero el ser humano, interesado por naturaleza en las imágenes, ya no va al cine. Sigue viendo películas, pero en un acto mucho más íntimo. Puede ser en el salón, en la cama, en el bus, en cualquier lado donde encuentre una pantalla en la que pueda ver esa historia en imágenes prácticamente solo.

Cierran otras salas en A Coruña. En los Yelmo de Los Rosales estrenaban esas películas que tienen una distribución bastante más complicada que la media. Allí vi correr a Bárbara Lennie cuesta arriba por Orquesta Sinfónica de Galicia, en María (y los demás), una película de directora debutante que en pocas salas más se habría estrenado. Y allí podíamos disfrutar aún de la versión original que tanto se nos racanea. Muchos pensarán que no perdemos humanidad por dejar de ir al cine: al fin y al cabo seguimos interesados en las imágenes. Pero perdemos magia compartida, con la falta que nos hace.