Las manos que ayudan a los demás en Arteixo

Sara Pérez Peral
Sara Pérez ARTEIXO

A CORUÑA

CESAR QUIAN

En el grupo local de Cáritas, diez personas se reparten los trabajos de voluntariado para garantizar la atención de las 130 familias que se apoyan habitualmente en la entidad

31 dic 2022 . Actualizado a las 12:09 h.

Fue el consiliario Ramón Caamaño Pacín el que puso la primera piedra en la historia de Cáritas Arteixo. Y Mari Carmen Verdía, María Teresa Carnota, María José Carnota y Fátima Milia solo continuaron haciendo lo que mejor sabían: ayudar a los demás. Más tarde se fueron uniendo más manos, hasta llegar a las diez personas que hoy sostienen la labor de la entidad. Era el año 2003, y Caamaño Pacín había detectado necesidades en la parroquia y decidió volcarse con las familias desfavorecidas del municipio. Los inicios fueron «con muy pocos voluntarios», explica Mari Carmen Verdía, directora de Cáritas Arteixo, «y también con muy pocos usuarios, no sé si por desconocimiento o por vergüenza», continúa. Ahora han pasado los años, casi veinte, y el número de personas a las que atienden no ha dejado de crecer. Mucho más en este contexto de crisis e incertidumbre, que hablan de un aumento exponencial de usuarios. La cifra ahora es de 130 familias. «Hace poco se unieron tres más. Cada día aumenta más y más el número», comenta Verdía.

Su principal herramienta de ayuda es la alimentaria, así fue como comenzaron y así siguen a día de hoy. «Sí es cierto que a veces se ayuda también con algún alquiler, con el pago de recibos o desplazamientos. En la medida en que podemos, lo hacemos», cuenta la directora de la entidad.

Tere Carnota es otra de las cuatro mujeres que están desde siempre en Cáritas Arteixo. Su labor, cuenta, es la de menos atención, centrándose más en la parte administrativa: ella es la responsable de las cuentas trimestrales o de las memorias. De que las cuentas cuadren. «Quizá es la parte menos vinculada con Cáritas, pero todos somos necesarios», acierta a decir. Del perfil que acude a Cáritas explica Carnota que sigue siendo gente joven, de entre 30 y 45 años. Destacan las mujeres, más que los hombres, y de nacionalidades marroquí, brasileña, venezolana, colombiana y peruana. «La comunidad que viene de Venezuela, de un año para aquí ha aumentado muchísimo. Recientemente vino a informarse una familia que acababa de llegar de Venezuela. Saben que tienen que ir a los servicios sociales del Ayuntamiento, pero también saben que a la iglesia pueden acudir siempre. Es la primera referencia», explica Verdía.

Las manos de Teresa Velo ayudan con el control del ropero, que se abre una vez al mes, el primer miércoles. Comenzó como voluntaria hace diez años y se encarga de seleccionar la ropa y apuntar lo que se va llevando cada familia. O las de Fernando Álvarez, que al principio se ocupaba de ir con su furgoneta hasta el polígono de A Grela a recoger los alimentos. Dice que al ir más mayor, ahora se ocupa del reparto «y lo que aparezca». Por detrás, le contesta Mari Carmen Verdía: «Todavía es un chaval». Y otra voz: «Aquí todos somos unos chavales».

Cuando llega alguien a Cáritas Arteixo para pedir ayuda siempre tienen bolsas de emergencia, en las que habitualmente se puede encontrar leche, azúcar, galletas, cacao, atún, tomate, harina, pasta, lentejas, garbanzos y aceite, y de alimentos perecederos, lo que tengan en el congelador. Ahora están preparando la campaña de Navidad, incluyendo en esas bolsas que reparten los productos típicos de estas fechas. Los mazapanes y los turrones no faltan en la lista.

Cuando se le pregunta a Verdía si es difícil no implicarse emocional y personalmente con las familias a las que echan una mano, lo primero que responde es un «buf». «Implicar, claro que te implicas, y mucho. A veces no debería ser tanto, porque te llevas los problemas a tu casa. Pero es inevitable. Somos humanos y cuando viene alguien con el agua al cuello, es terrible no emocionarse. Y reconocer la suerte que tenemos. Hoy son ellos los que están aquí, pero a lo mejor mañana somos nosotros».