Desde septiembre hasta enero esto es como un tren de borrascas consumistas
26 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.El martes pasado en el súper ya tenían colocadas las mesas de los turrones. Esos añadidos especiales cargados de mazapanes, barquillos rellenos, surtidos viejunos y mantecadas de Astorga. No es posible, me dije mientras cogía una latita de dulces, si casi no he visto huesos de santo.
Tenía que haber sospechado que nos habían entrado las prisas unos días antes, cuando encontré los primeros adornos navideños en una tienda. Estaban pegados a los esqueletos, calabazas, arañas y demás parafernalia de Halloween. Esta semana, me preguntaron si ya tenía la casa decorada para Navidad. Se refiere a Halloween, pensé, ¿desde cuándo el árbol se coloca antes del puente de diciembre? Pero no, no; hablaba del árbol de Navidad. Que el retaco, por cierto, ya ha preguntado cuándo se coloca. Y no me extraña. Cabalgan los renos sobre las calabazas, las tortas imperiales compiten con los buñuelos, y los disfraces de zombi con los pijamas de Papá Noel.
¿En qué momento el calendario salió corriendo detrás del conejo de Alicia, al grito de «¡llego tarde, llego tarde!»? Desde septiembre hasta enero esto es como un tren de borrascas consumistas. Adorne su casa en Halloween, compre un disfraz, decore el árbol de Navidad, vaya congelando el besugo, aproveche los descuentos en juguetes que le ofrecemos en octubre, adelántese al Black Friday, ahorre para el Ciber Monday, organice el puente de la Constitución, reserve ya la cena de Navidad de su empresa, encargue el roscón de Reyes. Todo esto, claro, respirando profundamente, no se agobie, tómese la vida con calma, disfrute el momento, cero estrés. Y si le queda tiempo, planifique el cocido, que el entroido está a la vuelta de la esquina.