Remar a favor

Hugo Álvarez Domínguez CRÍTICA MUSICAL

A CORUÑA

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Sinfónica de Galicia. Serguey Khachatryan, violín. Andrew Litton, director musical. Obras de Bruch y Prokofiev. Palacio de la Ópera, 21 de octubre.

23 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Sinfónica de Galicia. Serguey Khachatryan, violín. Andrew Litton, director musical. Obras de Bruch y Prokofiev. Palacio de la Ópera. Para su tercera cita de abono la Sinfónica invitó al violinista armenio Serguey Khachatryan y al director norteamericano Andrew Litton en un programa con el primer concierto para violín de Bruch y la quinta sinfonía de Prokofiev. Litton mostró gran afinidad hacia el repertorio, ofreciendo un resultado brillante y la orquesta, visiblemente motivada, rindió al máximo nivel. Del primero para violín de Bruch se han escuchado tantas versiones que resulta difícil ofrecer algo nuevo. Sin embargo, Khachatryan impresionó desde las primeras frases con sonido pulcro, matizado, delicado; recreándose en glissandi impecables y arpegios de vértigo. Acaricia el instrumento, poniendo su virtuosismo y su claridad de sonido al servicio de la obra más allá de su lucimiento personal (incuestionable). Su interpretación fue pura delicadeza y sensibilidad. Litton dio una lectura de matizado romanticismo y la orquesta estuvo al servicio del solista ofreciendo un adagio para el recuerdo y un allegro energico de gran claridad discursiva. Khachatryan, aclamado, interpretó como propina Havoun, havoun, melodía armenia medieval. Momento de sencillez aplastante: el violín lloró. Visita para el recuerdo.

La quinta de Prokofiev de Litton fue de una pieza, de mucho rompe y rasga. De gesto claro, tempi ágiles y sonido grande (pero nunca grandilocuente) halló el equilibrio entre planos para armar cada movimiento con inteligencia de alquimista de cara a los clímax finales (brillantes, en especial, los dos primeros).

La obra exige un arduo trabajo de equipo y la orquesta (que se crece con los retos y de la que Littón supo sacar en todo momento lo mejor) echó el resto como grupo entregado a una lectura detallista y puntillosa, llena de nervio. Se lucieron en especial cuerdas y maderas; pero fue una de esas noches en las que la orquesta es un todo que rema a favor, demostrando su potencial. Así da gusto.