—Los lectores del libro, ¿tienen que hacer de psicólogos?
—No, porque no estoy buscando que ellos me den respuestas. Recogí tantísima documentación de neurocientíficos, psiquiatras, psicólogos, especialistas en adicciones. Material de otros escritores y artistas… Tenía tantísimos datos que pensé que no iba a conseguir sacar nada.
—¿Cómo lo resolvió?
—Decidí que iba a entrar en el libro igual que en mis novelas: no intenté deshacer esa maraña con la cabeza, sino con el inconsciente, y me lancé al libro como me lanzo a la novela: esperando que caminara solo. Me siento como Sherlock Holmes buscando respuesta a esas preguntas. Al final he conseguido respuestas que para mí son suficientes para aclarar todo esto. Es una sensación de logro importante.