Rosa Montero: «Lo normal es ser raro, lo que llamamos normalidad no existe»

A CORUÑA

CESAR QUIAN

Habló en la UNED, en A Coruña de su nuevo libro, «El peligro de estar cuerda»

19 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Siempre he sabido que algo no funcionaba bien dentro de mi cabeza». Así arranca el último artefacto literario de Rosa Montero: El peligro de estar cuerda (Seix Barral): «Quería entender cómo funcionan nuestras cabezas creativas, ¿qué relación tienen con la locura? Ya Aristóteles unía esas dos cosas». La periodista hilvana preguntas que estuvieron en la génesis de este libro: «Por qué los que escribimos, sobre todo los novelistas, dedicamos las mejores horas de nuestras vidas a meternos en una esquina de nuestras casas durante semanas, meses, años… para inventar mentiras. Es una dedicación estrafalaria, incomprensible. ¿Por qué necesitas hacer eso?». De esto habló ayer Rosa Montero en la sede de la UNED con Javier Pintor y Xavier Seoane.

—Dice en el libro que no le gusta el término locura...

—No, no está bien. Es muy vago. Discriminador. Cuando dices un loco... Lo decimos comúnmente, pero es una barbaridad: es como si la enfermedad mental le arrebatara todo lo que es. No decimos un canceroso: el cáncer no es todo lo que esa persona es. Pero ¿a qué llamamos locura? ¿A qué cordura? ¿Cómo es la relación entre lo imaginario y la realidad? ¿Cómo surge la obra creativa?

—Los creadores suelen tener un punto de excentricidad.

—Todo somos excéntricos. Lo normal es ser raro. La normalidad está compuesta por un abanico inmenso de raros. Lo que llamamos normal no existe. La normalidad no existe y no lo digo yo sola: en el 2018, en la Universidad de Yale hicieron una investigación y concluyeron que la normalidad no existe, que no es más que una construcción estadística y no debe de haber una sola persona en el mundo que en todos los parámetros tenga esa media estadística, con lo cual todos somos divergentes en algo. Lo normal es ser un raro, el que sea. Y para ser felices lo que tenemos que hacer es buscar nuestra manada de raros, aquellos que se parezcan más a nosotros, y juntarnos con ellos

—Los lectores del libro, ¿tienen que hacer de psicólogos?

—No, porque no estoy buscando que ellos me den respuestas. Recogí tantísima documentación de neurocientíficos, psiquiatras, psicólogos, especialistas en adicciones. Material de otros escritores y artistas… Tenía tantísimos datos que pensé que no iba a conseguir sacar nada.

—¿Cómo lo resolvió?

—Decidí que iba a entrar en el libro igual que en mis novelas: no intenté deshacer esa maraña con la cabeza, sino con el inconsciente, y me lancé al libro como me lanzo a la novela: esperando que caminara solo. Me siento como Sherlock Holmes buscando respuesta a esas preguntas. Al final he conseguido respuestas que para mí son suficientes para aclarar todo esto. Es una sensación de logro importante.