Estos días inciertos, pregunten a cualquiera qué tal están. Y ahora anoten cuántas respuestas cuentan con un «esto es el día de la marmota»
03 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Cada jornada electoral, los periodistas nos mordemos la lengua para no repetir aquello de la fiesta de la democracia, que suena a viejuno antes de pronunciarlo, como un cóctel de gambas o una tarta helada en el menú de un restaurante. Estos días inciertos, pregunten a cualquiera (su madre, los amigos, el cuñado, los telecompañeros de trabajo...) qué tal están. Y ahora anoten cuántas respuestas cuentan con un «esto es el día de la marmota». A los míos ya los tengo avisados: al próximo que mencione al bicho, le pongo en bucle la canción de Sonny y Cher que despierta a Bill Murray cada 2 de febrero.
Porque el día de la marmota, el oficial, fue ayer. Sabe dios si Harold Ramis se imaginaba, a principios de los noventa, que al bautizar así la película estaba creando una expresión que forma parte ya de nuestro vocabulario a pesar de que aquí se tradujo por Atrapado en el tiempo. Así estaba Bill Murray, condenado a despertarse cada mañana con I got you babe, a enamorarse cada día de Andie MacDowell (ni tan mal), a contar una y otra vez ante la cámara lo que hace la famosa marmota del impronunciable pueblo de Punxsutawney.
Y así estamos todos. Atrapados con el mismo despertador, sin nieve, sin marmota, sin Andie MacDowell. Rodeados de récords históricos que desearíamos no haber batido, de medidas que van y vienen, de borrascas que atacan día sí, día no, como el ritmo machacón del «babe, I got you babe, I got you babe», y nosotros sin poder estrellar el reloj contra el suelo como Murray, sin saber cuánto más va a durar este invierno.
(Sé que es una comedia de culto. No la soporto. No me pregunten qué haría con el despertador, con Bill Murray y con la marmota).