La belleza crepuscular

Antón de Santiago CRÍTICA MUSICAL

A CORUÑA

24 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Como un andante sostenuto continúa la temporada de la Sinfónica de Galicia. En el 10.º de abono tenía como director invitado al italiano Carlo Rizzi (1960), y como solista a la soprano israelí Chen Reiss (1978). En programa, las Cuatro últimas canciones de Richard Strauss (1864-1949) y la 8. ª sinfonía en sol mayor de Antonin Dvorak (1841-1904). A los 84 años, Richard Strauss tenía en su haber una ingente y paradigmática producción de sinfonías, poemas sinfónicos, óperas y colecciones de lieder. Toma tres poemas de Hermann Hesse, autor de El lobo estepario, y uno de Von Eichendorf, y compone a modo de Abschied cuatro joyas de la canción. El editor las tituló Vier letzte Lieder y les dio el orden: Primavera, que compara al ser amado con el florecer de la estación; Septiembre, en el que el verano espera su final; Al irme a dormir, entrega al círculo mágico de la noche, y Crepúsculo: cogidos de la mano, cansados del camino, ¿es esto la muerte? En la parte vocal hay un homenaje a su añorada Pauline y en la orquestal, con el papel de las trompas, a su padre. Strauss falleció antes del estreno (Londres, 1950).

Las canciones son un prodigio de inspiración melódica, adecuación al texto y uso de la voz. La orquesta es sugestivo universo en el que vive el canto. El inicio de la cuarta es un cielo irisado con los colores del solpor (pura sinestesia). Reiss, voz hermosa, magníficamente utilizada, gran musicalidad, hizo interpretación cabal. La duda: si su voz es aún demasiado lírica, por la orquestación y características del recinto. La batuta de Rizzi y la respuesta orquestal, imprescindibles para el gran nivel obtenido.

La octava sinfonía la compone Dvorak mientras se dedica a la colombofilia. Hay inspiración bucólica y expresión de diversos estados anímicos. Los iniciales Allegro con brío y Adagio alternan energía y calma buscando asentarse. Ya el Allegretto grazioso se expresa en danza a modo de vals popular y el Allegro ma non troppo se enriquece temáticamente a través de las distintas secciones y los solos para concluir intensamente en volumen y tempi. Conducción precisa y enérgica de Rizzi, secundado por la orquesta con la solvencia habitual. Muy aplaudidos.