Aquella vida de diario

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

BASILIO BELLO

Será que me hago mayor y que me doy cuenta, como contaba en un poema Jaime Gil de Biedma, de que al final los que tenían razón eran los días laborables

12 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Antes, cuando lo más parecido a estar online era ir a Santiago en el coche de línea, los acontecimientos históricos eran un asunto muy serio que solo pasaba de vez en cuando. La Historia tenía menos prisa aún que el Castromil y se tomaba unos treinta años entre evento y evento.

Lo que entonces tardaba en repetirse un siglo ahora se digiere tres veces al día, como los antibióticos. En lo que llevamos del 2021 ya tenemos tanta Historia acumulada como la que acarreaba yo de niño en la mochila, cuando la Revolución francesa iba y volvía del cole junto a los cromos de Quini. El primer asalto al Capitolio de Washington en dos siglos, la pandemia más aterradora de los últimos cien años, la mayor nevada en cinco décadas, todo así de golpe, atragantándose en el gaznate como las uvas que tomamos en la primera Nochevieja sin gente en la Puerta del Sol que se recuerda.

Con esta sobredosis de sucesos únicos en una era, a mí me han entrado una ganas enormes de aburrirme, de estar un domingo por la tarde mirando al techo sin que pase nada importante, ni trascendente, ni histórico. Sería prodigioso volver a aquella existencia en la que uno podía permitirse el lujo de cabrearse por cosas sencillas y humildes, como llegar tarde al cine o un fuera de juego mal pitado en Riazor, y no tener que pedir permiso para mosquearse porque ahora, para no ofender a nadie, uno solo puede preocuparse por cosas nivel big bang. Como casi todo es la primera vez que sucede en un milenio, lo extraordinario sería volver a usar la vida de diario y no llevar siempre una de estreno.

Será que me hago mayor y que me doy cuenta, como contaba en un poema Jaime Gil de Biedma, de que al final los que tenían razón eran los días laborables.