Jamás se me habría ocurrido madrugar para ir a la playa, pero en este verano covid las cosas han cambiado
16 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Como esto no es Benidorm, a mí jamás se me habría ocurrido madrugar para ir a la playa. Pero en este verano covid, y con el anticiclón centrado sobre nosotros, el domingo apuré mis quehaceres de madre y a las 11.30 me encaminé, feliz, para Matadero. Cuando ya me imaginaba tan pancha, encantada con mi planificación, crucé la acera a la altura del Meliá, y ¡paf! El semáforo de la playa se me puso en rojo. Me quedé planchada. De pronto se me quedó la cara del anuncio ese que protagoniza Clooney: «¿En serio, Jorge?», pero en mi versión coruñesa: «¿En serio, Sandra?». ¿En serio no voy a poder bajar a Matadero? En ese momento una ve su playa de toda la vida desde arriba, con sus padres allí abajo, sus vecinos de siempre y se debate un segundito en la moralidad de saltarse el semáforo. Pero, claro, la luz estaba roja.
Así que con la mascarilla puesta, parada en ese stop, me vi en la obligación de iniciar una cola en la que no había nadie delante de mí ni detrás. Entonces, una de las chicas que se encargan de controlar el aforo se me acercó muy amablemente para decirme con lástima: «Yo solo hago mi trabajo». Y yo, muy obediente, asentí: «Sí, no te preocupes, espero». Y esperé un minuto, dos, y cuando no había llegado el reloj al tercero, le dije: «Mira, es que se están yendo Nieves y una amiga por la rampa» (es lo que tiene conocer a los vecinos de la playa), ¿no puedo bajar ya? Ellas salen y yo entro». Pero la chica, muy amablemente, me respondió: «El semáforo está en rojo, es la informática». Así que me aguanté un segundito más, otro segundito, y le volví a decir: «Mira, es que se va Pepe subiendo la cuesta», y ella me respondió: «Ya, esto va por ordenador». Entonces, cuando ya me empezaba a caer el sudor, la chica, en un guiño veraniego, me soltó: «Creo que no hay nadie vigilando la entrada de la rampa». Verde.