Un hombre fluorescente en la ría de O Burgo

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

Limpieza de la ría de O Burgo por parte de un grupo de voluntarios, el pasado 5 de octubre.
Limpieza de la ría de O Burgo por parte de un grupo de voluntarios, el pasado 5 de octubre. CESAR QUIAN

Episodios singulares en un enclave privilegiado, pero enfangado por lodos industriales y por la política

14 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Tal vez porque me crie a su orilla, he visto unas cuantas situaciones angustiosas en la ría de O Burgo. Como la de aquella mariscadora que, faenando en marea baja en uno de los arenales que quedan en el centro, se despistó, perdió la noción del tiempo y no se dio cuenta de la velocidad a la que subía el nivel del agua. Al verse cercada, y seguramente sin saber nadar, empezó a dar gritos de auxilio que parecían salidos de una película de terror. Y no era para menos. Justo cuando nos disponíamos a avisar a la policía apareció al rescate su marido en un bote de remos, y se llevó una bronca del quince por haberla dejado sola en aquel trance, cogiendo almejas y berberechos.

Apoyada en un bote parecido a aquel lloraba con desconsuelo, en otra ocasión, la mujer de un pescador. Este, al regresar a la orilla y bajar a tierra calculó mal y se dio tal guantazo que perdió el conocimiento como consecuencia de la caída. Tuvo suerte. Esta vez la marea bajaba, no subía. Había poca agua y, allí, tendido en el suelo, inerme, se salvó por los pelos de morir ahogado. Su esposa, que lo encontró cuando malició algún problema por la tardanza del hombre, se agarraba a su cuerpo con un llanto silencioso difícil de olvidar.

Empezó a dar gritos de auxilio que parecían salidos de una película de terror

Pero si hay un suceso que se ha repetido hasta la saciedad en estas hermosas marismas, territorio de garzas y cormoranes y cuyos paisajes inmortalizó el gran Alfonso Abelenda, es el del mariscador que se queda atrapado en el fango. El último, esta semana. Hay varias zonas donde el lodo alcanza proporciones exageradas, y la de la urbanización La Ría (en dirección hacia el puente) es una de ellas. El hombre, de 80 años, se hundió hasta la cintura y no era capaz de moverse. Hubo que llamar urgentemente a los bomberos para evitar una desgracia. Lo peor, aparte del susto, es la posibilidad de que esta persona vaya emitiendo ahora destellos fluorescentes por toda la porquería con que lo habrá impregnado el fango inefable. Mercurio, cadmio, plomo, estaño, níquel, zinc, manganeso, cromo, cobre y cobalto no forman la tabla periódica al completo, pero sí una buena representación de sus elementos... Es además la lista de los diez metales pesados con mayor presencia en el sedimento de las rías gallegas. La de O Burgo no es una excepción. Más bien todo lo contrario.

Se pierde ya en el pretérito de los tiempos el momento en que los políticos empezaron a hablar del dragado, de la limpieza de esos fondos que hoy en día, por desgracia, son vestigio de procesos industriales cuya huella sigue ahí enterrada, imperturbable ante la subida y bajada de mareas incapaces de penetrar en esa masa densa y sanearla.

La solución para O Burgo es exclusivamente política y, por desgracia, tiene pinta de que la ría seguirá siendo arma arrojadiza de los partidos durante largos años de cadmio y mercurio.