Réquiem por el scalextric de la ronda de Nelle

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Es un espanto, sí, pero es nuestro espanto, y tenemos derecho a quererlo con la misma intensidad que amamos otros desvaríos urbanos

04 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Soy de los frikis que piensan que el feísmo, más que una tara genética de los gallegos que deberíamos curar con una agresiva terapia de presunto buen gusto importado de más allá de Padornelo, es una de nuestras más sólidas señas de identidad. Por eso, lejos de prohibir el tradicional uso del somier como cierre de finca, yo incorporaría este icono del ecologismo patrio -decidido, desde mucho antes de la aparición de la jerga climática, a reciclarlo todo, aprovecharlo todo y guardarlo todo bajo la consigna de «aínda pode valer»- en una futura Lei de Símbolos Nacionais y le rendiría honores cada 25 de Xullo a la sombra de la bandera y del himno de Galicia.

Porque si en nuestras corredoiras no se utilizasen los eucaliptos para anunciar la actuación del Combo Dominicano en las fiestas parroquiales, si los enanos de jardín no fuesen convenientemente tuneados por nuestros paisanos para adaptar su estética nórdica a estas leiras mimadas por la lluvia y el nordés, y si enviásemos directamente a la basura todos esos objetos rescatados de la extinción para decorar el ferrado familiar, Galicia no sería Galicia, sino alguno de esos lugares tan aseados como aburridos donde viven quienes creen que se puede regular hasta el color de los tejados para que haga juego con las aves de paso.

A los gallegos, que más que conservadores somos libertarios al estilo de los pioneros del Salvaje Oeste, no nos gusta esa manía de fijar reglas para todo. No hemos levantado un país de la nada para que ahora vengan cuatro listillos de Berlín a decirnos cómo tenemos que gestionar nuestra decadencia.

Por eso, aunque asumo que el progreso tiene estas cosas y que a menudo no hay como una buena amputación para mantener el cuerpo sano, me apena que el Ayuntamiento vaya a cargarse el viaducto de la ronda de Nelle. Se trata, sin duda, de una de las infraestructuras más horribles de A Coruña. Pero precisamente por eso, por lo fea que es esta rampa de hormigón alzada sobre el cruce de la ronda con la avenida de Finisterre, los lugareños hemos acabado por cogerle cariño. Es un espanto, sí, pero es nuestro espanto, y tenemos derecho a quererlo con la misma intensidad que amamos otros desvaríos urbanos. Una biografía, a fin de cuentas, no es más que una sucesión de errores y horrores.

Sé que esta es una batalla perdida de antemano y que el scalextric de la ronda de Nelle está condenado a muerte. Pero a los sentimentales nos fascinan las batallas y las causas perdidas, así que me dispongo a entonar un réquiem por el único scalextric que tuvimos los niños a los que los Reyes Magos nunca nos trajeron el Scalextric.