El ave de los hechizos

Antonio Sandoval Rey

A CORUÑA

ANTONIO SANDOVAL

El torcecuello debe su nombre a su llamativa manera de retorcer el pescuezo

12 nov 2019 . Actualizado a las 13:40 h.

Son ya tan cortas las tardes, y esta semana tan nubladas, que apenas tengo tiempo para un poco de ejercicio ornitológico antes de que el sol se vaya. Falta poco para que las frondas de los árboles se confundan con sus sombras, y su riqueza de matices verdes se difumine en esa monotonía agrisada que precede a la completa oscuridad.

Apuro estas últimas y tenues luces del día en busca de alguna novedad por entre los que crecen junto al aparcamiento de la torre de Hércules. A la vez, no dejo de mirar cada poco hacia el oeste, tras de mí, no vaya a echárseme encima un chubasco. Si viene lloviendo con fuerza, tendré tiempo para buscar refugio.

No sé cómo, descubro a unos pasos de mí a un torcecuello. Digo que no sé cómo porque con su plumas de colores pardos y marrones, dispuestas de forma parecida a las manchas de una rama gruesa, lo lógico en estas condiciones habría sido que me hubiese pasado desapercibido. Pero ahí está, inconfundible, con ese aspecto de pájaro lagarto que le diferencia de cualquier otro.

Familiar de carpinteros

Cualquiera diría que pertenece a la familia de los pícidos, que es la de los pájaros carpinteros. En su caso, lejos de trabajar la madera para fabricarse un hogar, lo que hace es buscar agujeros ya existentes. Pero bueno, eso es en primavera, y lejos de aquí. Sus áreas de cría más próximas están en el sureste de Galicia. Este es un ejemplar de paso. De hecho, bastante retrasado en su marcha otoñal a África, o quizá al sur de Iberia.

Está tan quieto como yo. No sé si es porque cree que no le veo, o porque ante él, entre la hierba, hay algún apetitoso insecto que a su vez lo observa con idéntica actitud.

Origen de su nombre

Lanza el pico, captura algo y se lo come. Era eso. Gira entonces la cabeza y busca otro bocado. Yo no me muevo. Espero que mientras tanto la lluvia no aproveche para atacarme a traición.

Debe ese nombre suyo, tan llamativo, a su habilidad para retorcer su cuello de forma grotesca. Lo hace el macho ante su pareja cuando toca prepararse para tener familia, con el pico muy abierto. También cuando es capturado. Entonces sus contorsiones, acompañadas a veces por resoplidos, parecen querer recordar a una serpiente. Un amigo mío sostiene que torcecuello sería, por otro lado, el nombre ideal para un cóctel por inventar.

Mitología

En cuanto a su nombre científico, Jynx torquilla, proviene del griego antiguo. Tiene una historia que merece la pena contar. Jynx era una ninfa de las montañas, hija del dios Pan. Un día lanzó un hechizo sobre Zeus, para que se enamorara de la mortal Io. A Hera, la esposa de Zeus, no le pareció nada bien, así que convirtió a Jynx en este pájaro, desde entonces asociado a la brujería. En inglés, se dice que alguien está “jinxed” cuando está gafado.

Empiezan a caer unas gotas de agua sobre mi cabeza y mis hombros. Son de las gordas. Si me muevo, asustaré al torcecuello. Llueve, definitiva e intensamente. Me muevo. Se asusta y vuela hacia las sombras agrisadas de los árboles. Yo corro en busca de refugio.

EXPERTO EN HORMIGAS

Si algún día la mirmecología, que es como se llama el estudio de las hormigas, necesita buscar un pájaro como emblema, aquí lo tiene. Los torcecuellos son muy hábiles capturándolas, incluso en sus hormigueros, con su su larga lengua.

AL SUR DEL SÁHARA EN INVIERNO

Los torcecuellos europeos pasan los meses de frío en una ancha banda de territorio justo al sur del gran desierto africano. Comienzan a regresar en torno a abril.