Del paseo marítimo y los museos a las obras de bajo coste

E. E. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

ANGEL MANSO

Desde la inauguración en 1996 del tramo litoral de Orillamar, la construcción de la ciudad ha ido perdiendo inercia y tuvo su último hito en la peatonalización de la Marina y el Parrote

25 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En febrero de 1996 se inauguraba el tramo de Orillamar del paseo marítimo coruñés. En la ejecución de todo el paseo se invirtieron en la época más de 60 millones de euros, que serían hoy muchos más si se tiene en cuenta el encarecimiento de la vida desde entonces. A Coruña desarrollaba así la ruta urbana peatonal junto al mar más larga de Europa, una vía de más de 13 kilómetros que enlazaba el Parrote con O Portiño. 

Para poder hacer aquella obra el Ayuntamiento tuvo que llegar a acuerdos con el Puerto y con Costas. Lo hizo, como también llegaría a acuerdos con otras Administraciones para levantar el parque de San Pedro o recuperar para los vecinos punta Herminia y el entorno de la Torre.

Veinte años más tarde, en el 2016, el entonces gobierno local de la Marea anunciaba una de las actuaciones urbanas más ambiciosas de su mandato, la peatonalización de la calle Marola, una obra en una vía de 218 metros de longitud y 195.000 euros de presupuesto.

Entre esos dos momentos la ciudad siguió transformándose a un ritmo vertiginoso, a veces con errores, como con la construcción de Palexco o con el desarrollo de determinados polígonos urbanos de calidad mejorable, pero también con importantes acierto.

España miraba a Valencia y a A Coruña en la época en la que florecían los museos científicos y los vecinos vieron llegar centros cívicos, bibliotecas como la del Fórum, espacios deportivos como San Diego y nuevos servicios como la Casa del Agua o la apertura del Ágora. Se construía vivienda, pero también se abrían parques en una ciudad en la que había pocos.

La última gran obra llevada a cabo en A Coruña fue la peatonalización de la Marina y el Parrote, un espacio hoy abarrotado cuando asoma el sol. Han pasado cuatro años y desde entonces la urbe ha perdido pulso. Se peatonalizó la Ciudad Vieja sin medidas paralelas para revitalizarla y no ha habido cambios significativos. Al nuevo gobierno local le toca corregir el rumbo y solucionar retos a corto plazo como el de la fachada marítima.