La Orquesta, dirigida por José Trigueros, deleitó al público con clásicos rusos
17 ago 2019 . Actualizado a las 23:24 h.La Orquesta Sinfónica de Galicia llenó la plaza devolviendo la magia una vez más a las noches de María Pita, como cada agosto desde hace 25 años. El concierto, bajo la batuta de José Trigueros, fue un recitar de música rusa, con obras de Glinka, Kachaturian, Borodin e Ippolitov-Ivanov. Un programa que proyectaron en la pantalla para que el público se preparase para un concierto con una música brillante, que consiguió que miles de personas se quedasen pese a que muchos lo tuvieron que hacer de pie porque ya en el calentamiento previo estaban todas las sillas ocupadas. El público no solo tomó la plaza, sino también sus alrededores y las escaleras frente a San Jorge fueron las butacas para un puñado de los que no alcanzaron a sentarse en María Pita.
La Sinfónica quiso hacer un guiño patrio en su gran actuación en casa e interpretó la Muiñeira de Chantada y también el Himno del Dépor. Las condiciones meteorológicas respetaron un año más al clásico concierto. La lluvia y el viento, principales enemigos de las actuaciones al aire libre, no hicieron acto de presencia. En el plano artístico, la acústica, muy diferente a la de un auditorio, dónde actúa generalmente la OSG, tampoco fue un problema, y después de una semana de ensayos, desde que llegaron de sus vacaciones, el resultado fue brillante.
En María Pita se pudo ver un público muy heterogéneo, desde abonados al Palacio de la Ópera, que escuchan cada viernes la Sinfónica, como curiosos que se quisieron acercar a disfrutar de la música clásica al aire libre, hasta grupos de turistas, pues la actuación contó con un repertorio atractivo para todos.