Felipe Canosa: «Antes de ser percebeiro tuve un taller de joyería»

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

El patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de A Coruña tiene 49 años, una nieta de 3 y un barco de 7 metros

17 jun 2019 . Actualizado a las 09:16 h.

Dos veces busca en la galería de fotos del móvil. Una, para enseñarme una imagen de su preciosa nieta de 3 años. Y la otra, para mostrar algunas instantáneas de percebes imponentes procedentes de nuestra costa. «En la Torre sigue habiendo muy buen percebe porque es una zona que está muy vigilada, al igual que el puerto exterior. Pero las rocas de O Portiño, Mera, Suevos o Ares están esquilmadas por los furtivos», asegura el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de A Coruña. «Esta es mi segunda legislatura. Fui reelegido hace un año. Da quebraderos de cabeza, pero alguien tiene que estar. Tratamos de hacer frente a los problemas, a las nuevas normativas… Somos 160 entre pescadores, mariscadores y percebeiros», analiza Felipe Canosa Entonado. «Buff, en cantidad de ocasiones me vacilaron por el segundo apellido. A veces me adelanto y digo “entonado estoy siempre”. El origen es extremeño», comenta este coruñés de la calle Cordelería al que le cuesta decir la edad que tiene. «Poca gente sabe que tengo 49 o que tengo un hijo», comenta. Le suena el móvil. Es su pareja. «Vale, Cari (de cariño) quedamos a las tres y media», escucho que le dice. 

Joyas y Gran Sol

Charlamos en la cafetería Bello Mar, en la esquina de la calle Ramón y Cajal con la avenida del Ejército y enfrente de la Casa del Mar. Con cada consumición te ponen un pincho contundente, o medio sándwich mixto, o una empanadilla o un mini bocata. Así da gusto. Felipe da buena cuenta de las viandas. «Siempre fui delgado, desde chaval. Me gustan los percebes, claro, y todo el marisco. Y el pulpo, el pescado, los erizos y las algas. El ejercicio que hago es trabajando porque hace mucho que no salgo a correr», comenta. Estudió en el Eusebio da Guarda y en el Montel Touzet. Dice que en su familia no hay antecedentes marineros, aunque a su padre le gustaba pescar. Murió con 35 años. «Tenía un taller de joyería donde aprendí con él. Antes de ser percebeiro trabajé muchos años en el taller, aunque siempre me tiró el mar. Hice campañas del Gran Sol e íbamos a los salones de joyería que se organizaban», recuerda. «Hice muchas cosas en mi vida. Soy variopinto. Sé de soldadura, carpintería, albañilería…». En el 2009 fue la botadura del Rosfel, su barco de siete metros que fondea cerca de las rocas cuando va al percebe, o con el que recorre la costa cuando anda al pulpo. «Casi todo lo hice yo. El cableado, todo», afirma. 

Música para pescar

De nuevo vuelve a reflexionar sobre la actividad de los furtivos. «El otro día en Mera les decomisaron 30 kilos a dos personas. Nosotros en la primera marea de la mañana, que es la única a la que podemos ir, cogemos unos 4 kilos. ¿Qué cogen ellos para llevar semejante cantidad? Hacen mucho daño, trabajan todas las mareas, los festivos, los fines de semana, y nosotros no podemos. Comprendo que la misión del furtivo es buscarse la vida, pero la misión del legal es denunciar. Como no queremos enfrentamientos todo lo lleva el gabinete jurídico de la cofradía. Hay una cantidad ingente de furtivos localizados», destaca Felipe, que le da las gracias al servicio de guardacostas y al grupo Erpol de la Policía Autonómica. «Siempre están ahí cuando los necesitamos». Cuando sale a faenar siempre pone música, menos las tres horas que pasa en las rocas, dos horas antes que la bajamar y una después. «Me gusta bailar temas latinos. La bachata, las canciones españolas… Alguna vez reenganché. Fui directamente de la pista de baile a las nasas», confiesa este vecino de San Pedro de Visma que viste llamativos pantalones y asegura que tiene una especial habilidad para conciliar el sueño. «Me toca dormir y duermo, sea la hora que sea, con luz, con el televisor encendido…». A una semana para el San Juan le pregunto por las sardinas. «Por lo que me dicen va a haber».