Cuando la pobreza tiene la palabra

Doménico Chiappe MADRID / COLPISA

A CORUÑA

ANDRES MARTINEZ CASARES | REUTERS

Un estudio de la Universidad de Oxford escucha a personas con recursos mínimos en escasos países del mundo

11 may 2019 . Actualizado a las 13:21 h.

Escarbar en lo invisible de la pobreza deja al descubierto una serie de consecuencias que no son cuantificables. Por ejemplo, las emociones y sentimientos de aquellos que viven en la precariedad, así como su relación con la sociedad o con sus hijos. Un estudio dirigido por la Universidad de Oxford y el Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo, titulado Las dimensiones ocultas de la pobreza escucha a aquellas personas en situación severa o crítica de Bangladés, Bolivia, Francia, Tanzania, Reino Unido y Estados Unidos. Las voces de los «cientos» de individuos que participaron permiten conocer «el sufrimiento resultante de la pérdida de poder causada por la privación y el maltrato».

«La lucha y la resistencia están íntimamente ligadas a los esfuerzos de las personas por sobrevivir y conseguir para sí mismos, y en particular para sus hijos, el tener una vida mejor», sostiene el informe, realizado con la colaboración de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En la escasez surgen cualidades como la creatividad, una «fuente de energía enraizada con la esperanza», la compasión y la solidaridad. «Cuando tengo ropa vieja, la renuevo. Cuando no tenemos casi nada que comer, hago pasteles con lo que tengo. Cultivo mis propias verduras, nos arreglamos», dice una persona en situación de pobreza de Francia, mientras en Bangladés afirman: «Los pobres se ayudan unos a otros cuando saben lo que la gente necesita».

La dependencia aumenta mientras más crítica sea la necesidad. Con testimonios sin nombre, identificados solo por su origen, el documento contrasta las voces de uno y otro lugar del mundo. «Estamos controlados por la codicia de unos pocos», dice un activista en Estados Unidos. Otro, en Bolivia, afirma: «No tenemos trabajo estable, así que no tenemos libertad de elegir». Y en Tanzania: «Los ricos se aprovechan de los pobres. Hay explotación económica. Los pequeños agricultores se ven obligados a vender sus propios productos a los precios fijados por los ricos que vienen de la ciudad».

Basados en estas opiniones y percepciones los investigadores construyen un mapa de las derivaciones que tiene la pobreza. Además de la insalubridad y desnutrición que conducen a enfermedades en ocasiones mortales, las personas en situación de pobreza tienen pensamientos y emociones negativas, agobio, miedo, estrés, ansiedad, vergüenza, culpabilidad, desesperación, desaliento. «Esto puede provocar niveles de frustración que conducen al abandono de sí mismo o incluso al suicidio», sostiene el informe. «Cuando la gente está enferma oímos sus quejas, llantos, gritos, gemidos en casa, pero no podemos enviarlos al hospital. Tenemos que ver y oír, pero no podemos hacer nada», dice uno de los participantes de Bangladés, y desde Francia otro asegura que: «Hay días en los que no puedo pensar. Parece que el cerebro se protege, ya no funciona porque hay demasiada desgracia, demasiada pena. Parece que el cerebro se está cuidando solo. Me pasa a mí a veces y cuando pasa, digo que estoy vacío».

La experiencia detallada de la pobreza está vinculada a su localización. Las zonas donde falla el Estado se exponen a epidemias y al estigma. «Piensas : si puedo llegar al final de la semana, todo estará bien», sentencia desde Estados Unidos una persona en situación de pobreza.