Pero mira que eres nécora y otras ofensas del koruño

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

MARTINA MISER

12 mar 2019 . Actualizado a las 09:46 h.

Insultar siempre es un arte, aunque ahora con Twitter se está convirtiendo en un ejercicio estéril, porque hay tantos odiadores profesionales que ya casi nadie lapida con clase.

El koruño, como todo idioma tribal, tiene su amplio repertorio de ofensas, algunas de ellas incluso cariñosas:

-Pero mira que eres nécora.

Eso se le suelta al torpe, al Mr. Bean de la vida, a ese tipo que está intentando meter una camisa más en la maleta y acaba por romper el armario, la lámpara de la mesilla y el retrato de la abuela.

También es muy socorrido cuando el Dépor la caga una noche más en Riazor, y entonces ya hay que acudir al plural, que puede ser mayestático o no, según el grado de devoción del aficionado:

-Pero mira que somos nécoras.

O, si el socio ya siente algo más de desafecto por el equipo:

-Pero mira que sois nécoras.

Más allá de la nécora, bicho por el que hay auténtica devoción en esta ciudad, al coruñés se le puede irritar con palabras mayores, siguiendo una cierta gradación. Si uno quiere referirse a alguien como a un atontado o apampanado, le puede llamar apirolao o incluso pirolo -no debe confundirse con la pirola propiamente dicha, o sea, con el miembro viril-.

Aunque la corrección política está acabando con este tipo de expresiones referidas a los orígenes del lugareño, hasta no hace mucho también se usaban con frecuencia frases de esta guisa:

-¿Pero tú eres de la argolla o qué?

Ser de la argolla o ser un argollano viene a significar que uno procede de la aldea, algo similar a desertor del arado, pailán, garrulo o borono (dícese de los grandes consumidores de pan de maíz).

Al aficionado a hidratarse en exceso se le tilda de chuzas o bolingas y al que habla a dolor, al que no calla ni debajo del agua, y sobre todo sin puchar o chanar mucho del tema de conversación, se le denomina lercho o lercha:

-Vaya par de lerchas estáis hechas.

Si ascendemos en la escala de la provocación koruña llegamos al julái o julandrón, que viene al ser el idiota o gilipollas del castellano antiguo. Al guarro o salido se lo conoce por estos pagos como prea y al cobarde, al que se rila por la pata abajo, rilao. Pero mi favorita de todas las agresiones verbales coruñesas sin duda alguna es landrú. Antes se oía sobre todo cuando alguien se cabreaba al volante ante una maniobra brusca o imprevista de otro conductor:

-¿Pero dónde te dieron el carné, landrú?

Ya nadie llama landrú al personal. Una lástima. Porque el insulto se refiere a Henri Désiré Landru, un asesino en serie francés de principios del siglo XX especializado en cargarse viudas. ¿Cómo acabaría ese apellido maldito en el diccionario koruño?