El pequeño comercio, descamisado

A CORUÑA

Camisería Rama.
Camisería Rama. ANGEL MANSO

De las diez camiserías que había en la calle Real y Rúa Nueva, la última, Ramar, está en liquidación

25 feb 2019 . Actualizado a las 07:33 h.

Han pasado ocho, siete o cinco décadas, según los casos. Y ahí estaban esos comercios para que los coruñeses pudieran «escoger el modelo de cuello, saber que las costuras del hombro están donde queremos, el largo de las mangas es el correcto para que sobresalga esos centímetros de la americana, que el tórax y la cintura sean cómodos y estén a nuestro gusto, que el largo de la camisa sea el adecuado…». Eran las clásicas camiserías y estos siguen siendo algunos de los argumentos que dan los responsables de Arena Confecciones -una tienda de la calle Barcelona que cumple 30 años- para resaltar la importancia de las camisas hechas a medida, que es una de sus especialidades junto con los trajes de boda.

Las camiserías de A Coruña están en horas bajas, tan bajas que de la decena que llegó a haber entre las calles Real y Rúa Nueva está a punto de cerrar la última que queda. Se trata de la Camisería Ramar que el próximo mes de marzo bajará la persiana después de 55 años abierta en el mismo lugar, el número 21 de dicho vial. Sus responsables, uno de cuyos familiares estuvo vinculado a la Camisería Gala en la que empezó a trabajar Amancio Ortega, prefieren evitar las fotos aunque muestran un más que notable conocimiento de su actividad.

Aportan datos como que «de cada diez prendas de ropa que se venden ocho son para mujer y dos para hombre». Una prueba empírica de ello, indican, son los matrimonios que estos días pasan a ver la ropa que está de rebajas en su tienda y cómo en más de una ocasión es él quien dice que no necesita comprar: «Pero si ya tengo, no me hace falta…».

Antes que Ramar, según explican sus dueños, fueron desapareciendo de Rúa Nueva las galerías María Pita, «que tenían la entrada por esta calle, aunque daban a San Andrés»; la camisería Roma, la Allegue, que era de Felipe López Allegue, padre del exalcalde Joaquín López Menéndez, y también Dimazoy, «que estaba enfrente, en la esquina de Rúa Alta con San Andrés y era un comercio que antes se llamaba La Gloria de las Medias». También apuntan que la camisería Gala continúa en la calle de la Torre y la llevan familiares de quienes la tuvieron casi 84 años en la esquina de Federico Tapia con Notariado.

Entre las curiosidades de la camisería Rama está un singular expositor de calcetines Punto Blanco, «que siguen siendo un referente». La edad y el cambio de criterios para la compra de ropa de calidad, explican, aboca al cierre a esta camisería. Con ello, el pequeño comercio coruñés queda casi descamisado.

Emilio Durán: «¿Que por qué traspaso? Pues porque estoy muy quemado»

Va camino de los 80 años desde su fundación, pero todo apunta a que la tienda del número 126 de la calle San Andrés, Durán Moda, no llegará a cumplirlos. En el 2015 celebró sus 75 años y ya entonces Emilio Durán, hijo de uno de los tres fundadores de este comercio, decía: «En algún momento llegamos a ser ocho personas, pero ahora solo estamos los de la familia. Nos llega con mantenernos». En la actualidad atiende un comercio mermado de existencias, ya que desde hace un tiempo está prepando el traspaso.

A la hora de dar razones para la liquidación, Emilio Durán, que ha pasado los últimos 40 años de su vida en este comercio, es tajante: «¿Que por qué traspaso? Pues porque estoy muy quemado». Recuerda que «los últimos diez años han sido durísimos» y evoca cómo las sucesivas promesas de mejorar la calle San Andrés para favorecer al pequeño comercio que fueron haciendo las distintas corporaciones municipales no pasaron de eso: promesas. incumplidas. 

Cambio de hábitos

Tanto Durán como los responsables de Ramar destacan el cambio en los hábitos de consumo; así, indican que en estudios que hacía la Cámara de Comercio hace un par de décadas figuraba el vestir como el segundo gasto de las familias, por detrás de la comida. Pero ahora «está varios puestos más abajo». Como ejemplo aluden a que hace un tiempo había personas que pagaban 20.000 pesetas por una parca, «y hasta presumían de llevar esa prenda. Hoy se pone a la venta por 100 euros, que serían algo más de 16.000 pesetas (pero pasados a lo mejor 15 años), y te piden si puedes rebajársela un poco. Esto lo hacen personas que traen en la mano un teléfono móvil que vale mil euros». Y es que «las prioridades han cambiado».