Un hombre de bien

Carmen Marón Beltrán OBITUARIO

A CORUÑA

05 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Se ha ido Valentín Losada, como había vivido, con discreción, casi en silencio. Ha pasado la Navidad con su familia y quiso despedirse con el año 2017, sin molestar, a su manera.

Fue una persona entrañable, muy difícil de olvidar, por su inteligencia, su serenidad. Era un gran conversador con capacidad de comunicar y relatar lo que ocurría en el mundo y en la ciudad. Pese a ser invidente desde su niñez la percepción que transmitía desde su inmenso mundo interior es que lo veía todo y lo contaba con gran naturalidad: «Veo cómo avanzan las obras», «están preciosos los jardines», o «La T4 es impresionante», al regresar de un viaje. Siempre recordaré las palabras de su hijo Javier cuando era alcalde: «Mi padre son mis ojos y mis oídos», por la capacidad que tenía de transmitirle información.

Valentín disfrutó plenamente de la vida: viajero incansable, ordenado y metódico en sus costumbres, culto y gran melómano, su música perfectamente clasificada, tocaba el piano y conocía arias enteras de óperas, zarzuelas y música clásica. Asiduo a los conciertos de la Orquesta Sinfónica de Galicia.

Su capacidad de superación no tuvo límites. Con 18 años, ya ciego, viajó a San Sebastián a trabajar en su primer destino en la ONCE. Viajó solo, con su maleta y una boina que le voló con el viento al llegar. Ya en Coruña sería secretario general de la ONCE durante décadas, siendo historia viva de la organización.

En el recuerdo de muchos coruñeses quedará su imagen, con gafas oscuras y una sonrisa. Marcó un hito como invidente cuando fue a Canadá a buscar a su perra Blaky, con la que paseaba y esperaban pacientes los cruces de semáforo. Luego los paseos fueron con su inseparable amigo, José Antonio, primero caminando y luego en silla de ruedas. Sin duda, Valentín fue un icono de la ciudad, su imagen y personalidad formarán parte del paisaje de una época.

Se va un hombre de bien, un gran coruñés, pionero de la integración, un ejemplo de cómo asumir su discapacidad sin que lo percibiéramos.

Todo mi cariño a su familia. Muchas personas le recordaremos siempre y agradecemos su legado de inteligente superación y de grandes valores.

Se ha ido Valentín con el viento, como se fue su boina.