Salir o no salir el 24, he ahí la cuestión

Javier Becerra
Javier Becerra CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

22 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Ocurrió a finales de los noventa. El reloj rozaba las dos la mañana. Aún estábamos zanganeando en casa con la sobremesa de la cena de Nochebuena. Suena el ring del teléfono. Era uno de mis compañeros de la facultad: «¿Oye Javi, te vienes a tomar unas copas?». ¿Ein? ¿Tomar unas copas en Nochebuena? ¿Pero te has vuelto loco o qué? «Sí, estoy con mis primos y hay algunos locales abiertos en el centro, anímate». ¡Ni de broma, tío! Ya no se trataba de la mera idea de plantear en casa que iba a salir en ese día tan señalado. Es que en mi código moral no cabía siquiera tal posibilidad.

Han cambiado las cosas mucho desde entonces. El tiempo pasa, pisa y lo retuerce todo. También las costumbres más solidificadas. Si el Marty Mcfly coruñés de 1985 aterrizase en la ciudad actual se quedaría alucinado. Con el cambio de siglo, lo de salir en Nochebuena pasó a ser una opción más de las múltiples que ofrece la Navidad para acoger a noctámbulos, reuniones de familiares lejanos que solo se ven esos días y amantes de la fiesta en general. El año pasado, en un reportaje publicado en estas páginas, varios hosteleros coincidían en que se trataba de un día de trabajo que no llegaba al nivel de un sábado, sino al de un buen viernes. Con algunas bajas, en general pubs y discotecas abrían sus puertas. Existía una demanda y ellos iban a dar la oferta correspondiente.

Quedamos aún los de la vieja guardia. Bastantes, como para establecer una división entre los que van o no van de farra. Quien sabe si agarrados a un mundo que empieza a dejar de existir, ni se nos ocurre el copeteo fuera de casa en una noche así. La del 24 es una jornada de árbol de Navidad con luces de colores, niños excitados con sus abuelos y calor de hogar. Aunque supongo que esos críos se harán adolescentes sin esa ley no escrita de quedarse en casa. Entonces les diremos que antes «ni de broma se te ocurría salir, es que ni siquiera había dónde hacerlo». Y nos mirarán con la misma cara de marcianos que yo miraba a mis padres cuando me recordaban que en Semana Santa estaba prohibido que abriesen las discotecas y no se podía poner música en los bares.

El próximo domingo toca elegir. Unos optarán por la calle, otros por quedarse en casa. Los últimos apelaremos a que se trata de estar en familia, que es un día tranquilo y todas esas cosas. Los primeros dirán que no pasa nada, que se puede compatibilizar la familia con la salida y que una cosa no excluye a la otra. Siempre con el concepto de familia revoloteando por ahí, claro. Ante eso, caben opciones intermedias. Al menos sobre el papel. Véase la vuelta de tuerca que ha hecho la discoteca Pelícano. Su anuncio es genial: «La Nochebuena se pasa en familia.... vosotros ya formáis parte de la nuestra». E instan a la fiesta.