Ocho días de huelga general

Por Xosé Alfeirán

A CORUÑA

En agosto de 1917 la ciudad estuvo paralizada por el paro obrero apoyado por los republicanos

11 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El 13 de agosto de 1917 la huelga general se propagó de forma desigual por toda España. El paro sería ampliamente seguido en las ciudades con mayor desarrollo económico e industrial, como Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao…, y también en las cuencas mineras; en cambio en otras ciudades, como las capitales de las provincias agrarias, fue parcial e irregular. En su mayor parte tuvo un carácter pacífico con algaradas violentas en algunos lugares. Inmediatamente, el gobierno conservador del coruñés Eduardo Dato, que ya había suspendido las garantías constitucionales e impuesto la censura, puso en marcha su dispositivo para sofocar la revolución: declarar el estado de guerra, utilizar al ejército para mantener el régimen, detener a los cabecillas de la rebelión y conseguir el auxilio de las «gentes de orden».

En A Coruña el paro fue casi total. Solo abrió el comercio y algunos oficios, trabajando los obreros no asociados. Los huelguistas intentaron bloquear la ciudad paralizando las descargas en el puerto y en la estación de ferrocarril e impidiendo la llegada de suministros y vituallas a los mercados. Numerosas mujeres participaron activamente en la formación de los piquetes y en la vigilancia para que se cumpliese la huelga.

Apenas hubo incidentes más allá de las coacciones, el corte de la línea telefónica y la colocación de tablones en la vía férrea. En las plazas de abastos faltaron legumbres, frutas, aves y pescados, escaseó la leche y disminuyó el pan y las carnes. La situación era grave, pero la tranquilidad fue absoluta.

Las autoridades reaccionaron sin contemplaciones. A las cuatro de la tarde del 13 un piquete de soldados, a toque de trompetas y tambores, leyó en diferentes puntos de la ciudad el bando del capitán general proclamando la ley marcial. Poco después son clausuradas las sociedades obreras y detenidas sus juntas directivas.

Para reventar la huelga intimidan a los obreros y utilizan a los soldados. Las empresas y el alcalde avisaron a sus empleados huelguistas que si no volvían al trabajo serían despedidos y sustituidos, y en tranvías, ferrocarriles, fábrica de gas, refinería, correos, hornos de pan y matadero son suplidos por soldados y oficiales.

Prohibidas las reuniones de 3

El 15, un nuevo bando del capitán general prohíbe la formación de reuniones de grupos que superen las tres personas y amenaza con reprimir con las armas los actos subversivos.

Durante toda la huelga las patrullas de la Guardia Civil y la policía recorrieron calles y caminos, realizando numerosos registros domiciliarios y detenciones hasta un total de 167 personas. También se clausuró el Casino Republicano.

Además, para la tarea de frenar el paro las autoridades contaron con la colaboración de los conservadores coruñeses. Numerosos personas ofrecieron sus servicios a las autoridades y fueron empleados como policía voluntaria con armas para vigilar la vía pública.

Otros, los más jóvenes, realizaron trabajos de carga en el puerto. Especial importancia tuvieron los Exploradores o boy scouts que suplieron a ujieres, barrenderos, regadores, bomberos y conductores municipales garantizando los servicios básicos. Aún así los huelguistas aguantaron ocho días. Terminará.

Historias con historia

«Los obreros intentaron bloquear la ciudad paralizando el puerto y la estación de ferrocarril»

«Empresas y el alcalde avisaron a los huelguistas de que si no volvían al trabajo serían despedidos»