«Para luchar contra el machismo hay que revisarse a uno mismo»

m. CARNEIRO A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

CRIS VEIRAS

Villar coordina el plan de apoyo psicológico a las víctimas de violencia de género en la oficinas judiciales

09 dic 2017 . Actualizado a las 00:21 h.

No se duda de la víctima de un robo, sí de la de una violación. Solo en los delitos de violencia de género se produce una reacción social masiva que asume el mecanismo de defensa del agresor y culpabiliza a la víctima. «Se justifica, se niega o se minusvalora. En temas de género enfrentamos mitos y creencias machistas muy arraigados», afirma Rubén Villar, psicólogo y desde hace tres meses coordinador del programa de apoyo y asistencia psicológica a las oficinas judiciales de atención a las víctimas.

-¿Qué hacen exactamente?

-La creación de estas oficinas está recogida en la ley autonómica 11/2007 para el tratamiento integral de la violencia de género y desde hace tres meses cuentan con un psicólogo en las sietes ciudades, en virtud de un convenio entre la Secretaría Xeral de Igualdade y el Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia.

-Se llama Oficina de Atención a la Víctima del Delito y al Ciudadano, no es específica para casos de género, ¿está bien así?

-Se crearon así, de manera genérica, pero realmente se hace hincapié en esta violencia porque la mayoría de los casos se encuadran en ella.

-¿Qué formación tienen los psicólogos?

-Todos tienen experiencia y formación en psicología jurídica, violencia de género e intervención en crisis.

-¿Cuál es la primera necesidad de las mujeres?

-Información, saber qué va a pasar con ellas, con sus hijos, qué tienen que hacer. Llegan en un estado de vulnerabilidad y desamparo importantes, pero no hay un patrón.

-¿Cómo intervienen?

-Hay que evaluar antes de decidir cómo se actúa para paliar el daño ocasionado y si después se deriva de forma coordinada a un CIM (Centro de Información a la Mujer) o a otro recurso especializado. Pero siempre se realiza un seguimiento telefónico y se las acompaña durante todo el proceso judicial. Desde los propios juzgados se demandaba este apoyo.

-¿Es suficiente la formación de los equipos judiciales?

-Hay gente muy preparada. Siempre se puede mejorar, como en todo, pero la gente procura reciclarse y estar al día.

-¿Qué opina de la culpabilización de las víctimas habitual en los delitos de violencia machista?

-Es cierto, es un mecanismo de defensa del agresor para no afrontar la situación que llega a extenderse porque hay aprendizajes muy arraigados y muy difíciles de erradicar. A eso me refería con la dificultad de la formación en materia de violencia machista. En esta lucha no se trata solo de actualizarse profesionalmente, sino de ser capaces de revisarnos a nosotros mismos, nuestros valores y prejuicios, para poder ver con otros ojos y reforzar la empatía. Y hacer ese ejercicio en tu vida personal no es fácil.

«Cambian los métodos, la violencia es la misma: trata del poder y el control sobre la pareja»

El programa de apoyo psicológico a las víctimas de violencia machista no ha cumplido tres meses en los juzgados de las siete ciudades gallegas. Es pronto para evaluar su funcionamiento. «Se trata de dar asistencia y responder a las necesidades que nos planteen», indica el psicólogo.

-¿Actúan de oficio o es preciso que la mujer pida ayuda?

-No, intervenimos a petición de la mujer o por derivación de personal del juzgado o de las fuerzas de seguridad. El objetivo es precisamente coordinar los servicios para trazar un itinerario de intervención y que la víctima no tenga que ir preguntando de ventanilla en ventanilla. Estamos con los protocolos.

-¿Cuáles son las situaciones más frecuentes?

-Mujeres que llegan con policías o guardias civiles tras sufrir una agresión de su pareja o expareja, casos de trata y prostitución, y víctimas que ya están inmersas en un procedimiento judicial, en fase de instrucción, y necesitan acompañamiento.

-La violencia machista entre adolescentes hace pensar en un retroceso. ¿Cuál es su parecer?

-Cambian los métodos, la violencia es la misma: sigue ejerciéndose a través del poder y el control sobre la pareja.

-En algunos grupos está normalizado que un chaval de 12 años se dirija a una amiga con el apelativo «puta».

-Sí, se normalizan conductas que no deberían ser normales. Esto tiene que ver con la socialización y la única manera de combatirlo es la prevención primaria, en el colegio, en la familia.