El camino descuidado desde el que se divisan las islas de San Pedro

Emiliano MOuzo A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

EMILIANO MOUZO

El sendero está invadido por malas hierbas, ocupado por una decena de caballos, y con basura en diversos puntos

01 jul 2017 . Actualizado a las 10:00 h.

Las islas de San Pedro serán muy pronto reconocidas como espacio natural de interés local protegido. La medida, promovida por el Concello y que tramita la Xunta, para estas cinco rocas en medio del mar y más de cincuenta illotes que las circundan se debe a su importante valor natural, al interés de su fauna y flora, a la riqueza pesquera y marisquera y a su belleza.

 Las islas de San Pedro son además «una razón turística y educativa», según el ornitólogo Antonio Sandoval, y de especial interés arqueológico, «tanto en superficie como en sus fondos marinos», indicó el experto Miguel San Claudio. «La vista desde tierra, desde el monte de San Pedro o desde el sendero peatonal que lleva desde O Portiño hasta la cala de Bens, es apreciada por turistas y visitantes de la ciudad», indicó Sandoval.

Sin embargo, este camino está «en un completo estado de abandono», señala Francisco Sánchez, un corredor que hace el trayecto diario por la senda. Desde la entrada del vial las malas hierbas, los tojos y las silvas «ocupan la mayor parte del recorrido. A veces incluso te haces daño», cuenta este deportista.

Las áreas de descanso de una senda tan concurrida tampoco están en su mejor estado: «Os bancos, de madeira, están medio podrecidos, e na maioría deles non te podes sentar porque están cubertos de herbas», dice Dolores Amigo, una mujer que pasea a diario por esta zona de paisajes privilegiados.

Dos kilómetros, dos papeleras

El trayecto desde O Portiño hasta la cala de Bens mide alrededor de dos kilómetros, según calcula el corredor Sánchez. Pues bien, en todo ese trayecto «tan solo hay dos papeleras, una a la altura de la estación depuradora y otra en la explanada de la playa», dice. «Y, por cierto, las vacían muy pocas veces», añade Enrique Suárez, un pescador que acude a los acantilados.

Pero además de no recoger las papeleras, los residuos en forma de latas, papeles, botellas de plástico... también se dejan ver por ambos lados del sendero peatonal desde el que se divisan los islotes que disfrutarán pronto de protección ambiental.

Los usuarios del camino también se quejan del cierre de la antigua depuradora (EDAR). «No tiene muro, como la nueva, solamente valla metálica y cualquier niño puede colarse por debajo», indica Rocío Fraga, una asidua del sendero, quien también se queja de que la llegada del agua residual a la terminal de depuración «salpica a los caminantes si el viento viene del sur». Y manifiesta que la mancha de agua sucia «sigue existiendo en el mar».

Denuncian también la presencia de hasta diez caballos sueltos por la zona: «Además de ensuciar el camino vienen detrás de los caminantes y son un peligro».