«Yo rescaté a otro joven en la dársena de A Coruña»

Montse CARNEIRO A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

El socorrista Pablo Castro sacó de la dársena a un hombre que cayó al mar una madrugada de diciembre cuando caminaba borracho mirando el teléfono. «Después de lo que pasó creo que debo contarlo», dice

05 abr 2017 . Actualizado a las 08:21 h.

A Pablo Castro la situación que le sobrevino a las cinco de la madrugada de un día de principios de diciembre cuando salió con un amigo de un pub de Palexco le pareció un disparate desde el instante mismo en que oyó chapotear en el interior de la dársena de A Coruña. No habían muerto Manuel Rodríguez y Mateo González. «Por eso me veo ahora en la obligación de contarlo. En su día fue una situación cómica, pero hubo una tragedia después, ya entonces pensé en contar lo que me había pasado, lo hablé con mi mujer, lo descarté, malo será, dices, hasta que ocurre la segunda muerte, tan seguida, piensas qué pasaría si lo hubieras dicho y decides contarlo para que la gente sepa que pudo haber más».

Pablo Castro, socorrista del Club del Mar desde hace trece años, venía de celebrar la cena de Navidad del equipo de fútbol de veteranos en que juega, tomó unas copas y cuando los locales bajaron la verja se acercó a la parte trasera de la Autoridad Portuaria para mirar si el bar del Náutico seguía abierto. «Escuché unos chapoteos increíbles y pensé: qué raro. Un pez no es, evidentemente, como no sea un tiburón... Así que le dije a mi compañero, que se había quedado rezagado: 'Voy a mirar, no vaya a ser la típica foca que se pierde y llega aquí despistada y anda dando bandazos'. Me acerqué al borde, observé, oí el chapoteo y vi una cabeza rapada al lado de una lancha. No puede ser, pensé, estoy alucinando. Lo llamé. ‘¡Oye!, ¿pero tú qué haces ahí?’. Y ya me contestó: '¡Ayuda!, ¡no aguanto más!'».

Castro siguió un protocolo interiorizado por él hasta el automatismo, hizo una pausa, valoró la situación y decidió. Se quitó la ropa por si el hombre tiraba de él y acababa en el agua, saltó la verja, bajó la rampa del pantalán y con una maniobra básica de socorrismo lo trajo arriba. «Evidentemente fue un alivio, pero no dejaba de ser una situación cómica. Él me abrazaba diciendo que le había salvado la vida. Para mí no era para tanto. Podía haber subido por las escaleras de piedra, por la de forja pegada al muro, por las de la popa de los veleros... Recuerdo que le pregunté: '¿Pero qué te pasó?'. Y él me dijo que estaba un poco mazado, que iba escribiendo un wasap y cayó. Y que llevaba 20 minutos en el agua».

Exhausto y completamente vestido con jersey de lana y cazadora de cuero -su rescatador no recuerda si llevaba zapatos cuando lo vio alejarse entre la muchedumbre que salía del Pelícano y de Palexco-, el hombre que cayó a la dársena trató de subirse a una embarcación, maniobra en ningún caso sencilla, y cuando Pablo Castro lo vio poco más podía hacer que sujetarse a la borda y aguantar. «Bebido, desorientado, con miedo, nervios, no tuvo la perspicacia de parar y pensar dónde estaba, porque a cinco metros tenía escaleras; igual no pidió auxilio por vergüenza, y si lo pidió nadie lo escuchó, porque la gente en esa zona va hacia el lado contrario.... No lo contaría. Después de las tragedias que ocurrieron, el chico hoy estará pensando que aquel día lo vino a ver la Virgen y la Virgen a esas horas no baja a ningún lado».

El socorrista del Club del Mar tuvo claro aquella madrugada que habría más caídas y ayer apremió a tomar medidas. «Es primavera, a partir de ahora la gente sale más, esta es ahora la zona de moda. Pero también cuento todo esto porque también hay un parque infantil ahí. Tengo una hija. No solo hay un problema de noche».

Qué hacer

Fuera ropa. Mantenerse a flote con la ropa puesta implica una sobrecarga de entre 20 y 25 kilos. «Esa es la primera pauta -aconseja Castro-, despojarse de todas las prendas y quedarse en ropa interior lo antes posible. Es fundamental no agotarse».

Minuto decisivo. «Una vez sin ropa, hay que intentar hacer una pausa de un minuto para calmarse, echar un vistazo y valorar la situación. En la dársena, por ejemplo, hay escaleras, lanchas, veleros con escalerillas en la popa. Con nervios nadie ve nada».

La hipotermia. «Evidentemente el agua está fría, pero A Coruña no es Alaska. Con actividad puedes mantenerte 30 o 40 minutos en el agua. Si quedas parado la hipotermia aparece antes, vas perdiendo sensibilidad en los miembros y acabas hundiéndote».

Sin avances en los planes de seguridad

No han trascendido avances en el estudio que lleva a cabo el Ayuntamiento para abordar una solución provisional o definitiva a la desprotección de la dársena. La situación de emergencia ya ha motivado el visto bueno por adelantado de la Autoridad Portuaria a cualquier intervención que promueva el equipo de Ferreiro con objeto de garantizar la seguridad, y el mensaje unánime de diferentes expertos a favor de una actuación rápida y sensible.