Historia de una avería sibilina

Toni Silva REDACCIÓN / LA VOZ

A CORUÑA

XOAN CARLOS GIL

Miguel viajó en tren a Barcelona para comprar su coche que, de vuelta a Vigo, se paró. Era sábado de verano y los talleres estaban cerrados. Ese día su Mercedes le dio una lección

17 mar 2017 . Actualizado a las 11:38 h.

Esta es la historia de una avería. Pero no una avería cualquiera. Ocurrió en las tripas de un Mercedes y en el momento más inoportuno (aunque ¿cuándo no lo es?). Dueño y coche acababan de conocerse y la máquina no pudo elegir peor manera para abrir entre ambos una trinchera de desconfianza.

El conductor es Miguel Losada, vive en Vigo y se cruzó la península en tren para llevarse su nuevo coche, un Mercedes 300CE de 1992 con el que regresó desde Barcelona, el lugar de la compraventa. Miguel se inquietó al oír al vendedor decir: «No sé qué demonios le pasa, hoy tuve que usar otra batería para encenderlo». El vigués comenzó a sudar frío. Le quedaban por delante más de mil kilómetros hasta casa con aquel coche que le ilusionaba pero realmente desconocía. Cuando lo arrancó, las luces del cuadro de mando se dispararon como síntoma de que algo no iba bien. Pero el coche, andar, andaba.

Sin quitarse el sudor frío, Miguel abandonó Barcelona cruzando los dedos y recordando que en la madrugada del lunes debía empezar a trabajar. Una hora y pico después, notó una abrupta pérdida de frío en el aire acondicionado y diez minutos más tarde Miguel se encontraba en medio de la autovía en algún punto indeterminado de la provincia de Lérida. El seguro aún estaba a nombre del vendedor, así que la grúa le ofreció llevarlo de vuelta a Barcelona. Recordemos que a Miguel le corría prisa para regresar a Vigo por motivos laborales. Así que, tras mucho implorar, la grúa lo acabó dejando a las puertas de un taller de Mollerusa que estaba cerrado hasta el lunes (era sábado). «El mecánico también se apiadó de mí, miraron la avería y descubrieron que mi coche necesitaba otro alternador», recuerda Miguel. Eran las 13.30 horas de un sábado de verano.

Al desguace

¿Dónde se encuentra un alternador? La situación se resolvió así: Miguel quedó a cargo del taller mientras el mecánico se marchó hasta un desguace y una hora después regresó con tres alternadores, por si alguno fallaba. «El hombre decía todo el tiempo que su mujer lo iba a matar, que había quedado para ir a la playa con sus hijos…». Todo por ayudar a Miguel.

«Después del susto, he pensado que aquella avería me vino muy bien para cambiar mi forma de pensar -relata el sufrido comprador del coche-; no tenía buena imagen de la gente catalana por sus deseos de independizarse, pero gracias a este Mercedes he aprendido la lección: hay gente buena en todas las partes y lo que han hecho por mí es muy grande».

-¿Y el coche?

-Estupendamente. Ni una avería más.

Este domingo, la cartilla del GLA 180 

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