«Vamos a ver, lo religioso es otra cosa»

MONTSE CARNEIRO A CORUÑA / LA OVZ

A CORUÑA

La Virgen del Rosario reúne a devotos, turistas y vecinos con orgullo de barrio

08 oct 2016 . Actualizado a las 12:29 h.

«A la Ciudad Vieja la dejaron morir para convertirla en la milla de oro. Llegaron vecinos nuevos. Los de antes murieron, los de cuando éramos una familia, teníamos cinco orquestas y un grupo de vecinos iba por las calles con las mejores colchas y la gente tiraba dinero desde la ventana para pagar las fiestas, todos, los condes y marqueses de la calle Tabernas y los humildes que vivíamos aquí arriba, todos», recordaba una mujer en la ofrenda a la Virgen del Rosario que ayer se celebró en Santo Domingo. En lo alto de la Ciudad ayer también hubo de todo. Nostalgia de cuando no había institución que no hiciera el rendibú a la reina de las fiestas, coronada con mantilla y peineta. Orgullo de barrio de una asociación de jóvenes que recuerdan el día del Rosario como el más emocionante de su niñez y desde hace dos años tratan de recuperar el programa festivo. Una cofradía religiosa dedicada con fervor a una imagen que protege a sus miembros y se venera en una capilla a salvo de accidentes, y el dominico padre Alejandro, «el prior de todos», explica por qué: «Porque una vez, hace muchos años, bajando la imagen, se le rompió la cabeza, y aunque ahora está bien, no está para salir, con tanto movimiento... Por eso la que sacamos es una copia». Hubo una reivindicación primaria del derecho al sentimiento religioso «y a no ser considerados peores por tenerlos», apuntó una mujer de la organización. Hubo una muchacha, Montse, la nieta de Lola de la calle Cortaduría, una mujer a la que todos recuerdan como una institución, feliz en su papel de madrina rodeada de sus damas de honor y protegida por la mantilla de chantilly de su abuela. Hubo turistas extranjeros mirones que desembarcaron de un crucero y toparon con un desfile pintoresco de cabezudos, gaiteiros, flamencas, gallegas, hombres de esmoquin y devotos. Hubo rosarios, prendas de estreno, música, barracas, rosquillas, flores, selfies, tanto que «vamos a ver, lo religioso es otra cosa», dijo Pilar Martínez. Y se la entendió.