«Vine aquí desestructurado como ser humano»

Rodri GArcía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Los usuarios que acceden al albergue pueden dormir allí.
Los usuarios que acceden al albergue pueden dormir allí.

El albergue acoge a personas de la calle y tras un tiempo de asesoramiento 18 de ellas han logrado encontrar empleo

13 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Refugio de Padre Rubinos. Son las once de la mañana de un día cualquiera. Un grupo de usuarios recibe una sesión formativa de los monitores. Hacen un alto para, en pocas palabras, retratar su vida. «Vine aquí totalmente desestructurado como ser humano», se lanza Celso. «Lo más importante del centro, para mí, es la libertad que tienes. No te sientes presionado. Eres libre», detalla. Y evoca: «Viví en la calle en Estados Unidos. Gané mucho dinero y me lo gasté, lo tiré. La culpa de llegar a este momento fue mía, no de mi familia, que es bastante estable».

«Vengo de la calle y aquí te dan la oportunidad de salir con la cabeza asentada», sostiene Diego. Su opinión sobre este espacio de asistencia continuada de Padre Rubinos es rotunda: «Creo que no hay ningún centro en toda España como este, te ayudan psicológicamente a estabilizarte».

En el grupo está también un polaco, «le cuesta expresarse», aclara un compañero. «Son personas con los perfiles más complicados, gente de larga trayectoria en la calle, con problemática de salud mental, adicciones, dinámicas de vidas desestructuradas y que tienen aquí un espacio abierto las 24 horas», apunta uno de los 12 monitores que atienden a casa persona desde que entra hasta que se marcha, algunos reinsertados para trabajar.

«Vienen a dormir y a asearse, es un espacio como alternativa a la calle para evitar ese deterioro que se produce por las horas en la calle, por el tipo de relaciones», detalla Eduardo Aceña, director de Padre Rubinos. El aseo incluye peluquería, un día por semana. Los enfermos se comprometen a tomar su medicación. Paula Castro apunta que son más de 30 y Aceña cifra en 18.000 euros anuales el gasto en farmacia.

Luego muestra el comedor donde cada día se sirven unos 80 desayunos, «hay gente que solo viene a desayunar», 140 comidas y 180 cenas. El servicio «funciona todos los días del año».

Los talleres formativos permiten a estas personas «adquirir destrezas básicas», como labores de patronista. En el aula de informática, Mehrzad busca empleo de cocinero. Es iraní, vino a España, desde Londres, «por amor» y ha trabajado durante 25 años de cocinero; «ahora me dicen que por mi edad (62 años) no sirvo».

En el centro de día, son habituales los talleres de vida saludable «para mejorar su autoestima». Es un tránsito hacia la reinserción que incluye desde un equipo de fútbol hasta las actividades educativas y lúdicas, como visitar museos.

El último paso para que estas vidas extraviadas recuperen la senda es el grupo de inserción, -«es como entrenar para empezar a trabajar»-, donde en estos momentos hay 11 personas.

Con los usuarios de Padre Rubinos

«He trabajado con grandes cocineros; he tenido ocho ayudantes en un hotel de cinco estrellas en Mallorca»

Mehrzad

«Cada uno tiene su habitación individual y vamos haciendo cursos para la búsqueda de empleo»

Eduardo

«Vine aquí dos veces, me dieron otra oportunidad. Lo más importante es la libertad que tienes»

Celso

«Estoy aquí desde que se murió mi marido y me quedé sola, solita del todo. No tengo nada más que agradecer»

María do Ceo