Los vecinos de la conservera viven con incertidumbre ante la falta de información sobre el derribo de la ruina
05 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.En la conservera Celta saben que, de un modo u otro, las chabolas del entorno de la antigua nave de La Toja tienen los días contados. Una sentencia judicial obliga al derribo del edificio, declarado en ruinas desde hace más de una década, fallo al que se le han puesto plazos que ya se han rebasado.
Hace algo más de un mes el alcalde, Xulio Ferreiro, y miembros de su equipo, visitaron el asentamiento. También aseguraron que habría una solución para los afectados. Desde entonces, cuentan Adelaida y Antonio Celestino, una pareja que lleva más de 30 años allí, pegados a la nave, nadie ha vuelto a explicarles qué va a pasar, ni cómo se va a hacer el derribo, ni cuándo tendrán que dejar su hogar, si es que finalmente tienen que irse. «Aquí no viene nadie ni a poner veneno a las ratas. Vino un día el alcalde, que parecía bueno, el otro no puso aquí los pies nunca», relata Celestino, quien tira de ironía cuando se le dice que en principio agosto era el plazo fijado para la demolición: «¿Agosto? No iban a interrumpir las vacaciones?», dice.
Sin embargo, algo ha cambiado en la conservera en los últimos meses. Si a mediados de junio había unas siete familias residiendo pegadas al viejo edificio, hoy no quedan más que cuatro. Además, en algunos casos han desaparecido ya las chabolas que ocupaban.
No hubo, cuenta uno de los residentes, ninguna intervención externa, fueron los propios ocupantes los que tiraron las infraviviendas y quemaron la madera, explican, y se trasladaron a otra zona del poblado ante la certeza de que acabarían perdiendo su casa.
Además de la chabola de Antonio y Adelaida, está habitada también la que ocupa Francisco desde hace décadas, al fondo de la nave. Es otra de las condenadas. Allí Dani, otro residente, confirma que hasta ahora nadie les ha dicho nada. Hace ya un tiempo, relata, sí se habló de alternativas: «Nos dijeron que si hay que tirar las chabolas algo nos darían, madera y esas cosas para que las construyéramos en otro lado», y aprovecha para pedir: «Si nos hicieran unas casitas como hicieron en Ponferrada...» Por ahora nadie les ha comunicado qué planes hay para un lugar donde se acumulan desde hace años toneladas de basura y donde todavía viven, sin las mínimas condiciones de salubridad, cerca de medio centenar de niños con sus familias. El Ayuntamiento no aclaró qué acciones se están llevando a cabo ni qué planes tiene para cumplir la sentencia.