Hay quien lo ve como un trámite necesario para ponerse a organizar bodas
03 ago 2015 . Actualizado a las 00:12 h.Tamara y Olalla Blanco Barros crearon Tamarola hace un año con la intención de organizar bodas, pero su experiencia en relaciones públicas, protocolo y comunicación hizo que los propios clientes les pidiesen extender sus servicios a la organización de eventos en general.
-¿Será porque la figura del «wedding planner» todavía no es muy conocida aquí?
-Puede ser, pero a nosotras nos va bien. Tenemos bodas programadas hasta las próximas Navidades, sobre todo uniones civiles.
-¿Quiénes casan mejor? ¿Los concejales de la Marea, el PP, el PSOE o el Bloque?
-[Risas] ¡Nosotras!
-Así que, además de organizar bodas, ¿ustedes también casan?
-Sí, a través de la figura del oficiante de ceremonias. Es un servicio que, hoy en día, nos demandan bastante.
-Pero no tiene validez legal, ¿no?
-No, es una ceremonia simbólica. Los novios tienen que haber pasado antes por el registro, el juzgado o el ayuntamiento para casarse. Pero todo eso ya se lo explicamos nosotras.
-¿Cuál es la ventaja de hacerlo así, con un oficiante?
-Que te permite personalizar la ceremonia, elegir el lugar donde te quieres casar, añadir discursos o el rito que más te apetezca. Que hay muchos, eh, como el de la arena o el de las velas.
-¿Cómo es el de la arena?
-Si el novio es de Santander y la novia de Cádiz, por ejemplo, cada uno aporta la tierra de su lugar de origen y, en la ceremonia, se mezclan, creando una unión que ya no va a poder separarse.
-¿No es suficientemente especial el salón de plenos de María Pita?
-Lo es, pero hay muchos novios que prefieren casarse en el lugar del banquete, por ejemplo, para que sea más cómodo o porque es un sitio más bonito. Además, las bodas en los juzgados y concellos suelen ser más impersonales. A veces, no duran ni tres minutos.
-¿Hay mucho intrusismo en la organización de bodas?
-Como en muchas otras profesiones. Lo cierto es que nosotras partimos de una formación profesional especializada. Sabemos lo que hacemos porque tenemos experiencia laboral en organización de eventos, además de sendas licenciaturas en Publicidad y Relaciones Públicas, Comunicación y Protocolo. Hay quien se mete en el tema porque dice: «Me casé y me gustó tanto que me quise dedicar a esto».
-En otros países no se concibe una boda sin «wedding planner».
-Pero aquí creemos que lo podemos hacer todo nosotros. Para ser una buena wedding planner no necesitas estar casada. Eso nos lo preguntan muchísimo. Pero, claro, tú antes de operarte de una rodilla, no le preguntas al cirujano si se operó de eso.
Explican Tamara Blanco (A Coruña, 1984) y su hermana Olalla (A Coruña, 1980) que todavía hace falta mucha pedagogía para explicar la figura del organizador de bodas. Hay quien piensa que solo están ahí para ocuparse de la decoración del evento, cuando su trabajo empieza por los trámites administrativos o la petición de mano y termina, a veces, con el baby shower del primer hijo. «Aunque muchos esperan a ser padres y lograr una estabilidad laboral para casarse».
-¿En qué mejora una boda tener un «wedding planner»?
-En la planificación y coordinación, sobre todo. Les quitamos trabajo a los novios y a sus familias para que puedan disfrutar del momento y centrarse en lo que, de verdad, se tienen que centrar. Imagínese que, de repente, les dicen que hay un invitado celíaco o que no ha llegado el bus de los invitados.
-¿Pero, al final, no sale siempre todo bien en las bodas?
-Nooooo... En una boda pasan muchas cosas. En una se olvidaron de ubicar la mesa de los amigos; en otra, faltaban seis centros de mesa... La gente valora mucho tener a una persona que esté pendiente de todo eso. ¡Hasta organizamos las fotos con los invitados!
-¿Está repuntando la cosa?
-Sí. Ahora hay un bum. Hubo un momento en que parecía que la gente dejaba de casarse. Ahora cada vez hay más bodas y todos quieren ser originales. Por eso te piden de todo: suelta de mariposas, farolillos, photocall, globos, palomas, confeti con forma de corazón, un fotomatón...