Más de una decena de edificios en torno al Concello sufren un grave deterioro a la espera de que sus propietarios los reparen o los derriben
07 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.Oleiros tiene a gala ser uno de los municipios donde mejor se vive: por su renta per cápita, sus zonas verdes, sus servicios públicos, su oferta cultural y de ocio y otra larga lista de virtudes que el alcalde, Ángel García Seoane, nunca se cansa de enumerar, pero pasear por la que en otro municipio sería la calle principal, la avenida Francisca Herrera, o por otras zonas aledañas a la casa consistorial, como la plaza de A Rabadeira, arroja una imagen de abandono y ruina que poco tiene que ver con el denominado por muchos «municipio de ricos».
Tejados caídos, cristales rotos, muros descascarillados, vegetación creciendo en las cubiertas... son algunas de las características de más de una decena de inmuebles que se sostienen a duras penas en el centro de la parroquia de Santa María de Oleiros, donde viven 3.000 de los 35.000 vecinos empadronados. En la mayoría de los casos, el gobierno local ha abierto expediente a los propietarios para que procedan a la reparación de los edificios o a su demolición, procedimientos que están en distintas fases de tramitación y que no permiten adoptar soluciones inmediatas para poner fin a la imagen de deterioro que transmiten estas fincas.
Sin llegar al estado de ruina, pero en franco deterioro, se encuentra la propia sede del PSdeG de Oleiros, un casa muy próxima al Concello donde la formación tiene un local alquilado. «El que nos podemos permitir», reconoce el portavoz socialista, Luís Vázquez, quien admite que el estado del edificio es muy mejorable. El inmueble es uno de los vértices del triángulo que se forma junto a la plaza de A Rabadeira, donde otros dos casas tienen expedientes abiertos por ruina. Una de ellas, la más próxima al Concello, se sostiene junto a un solar que hace dos años albergaba otra casa arruinada que ha sucumbido ante las palas.
Tampoco pasa desapercibido el abandono en el que se encuentran edificios del cruce de Francisca Herrera con Eugenio Pardo Conchado y la avenida Miguel Hernández, donde los conductores detenidos en los distintos semáforos que regulan el tráfico hacia Iñás, O Carballo y Sada pueden observar otra manzana especialmente deteriorada, en la que, además de ruinas, también se ubica un antiguo centro de formación del Banco Pastor, y que contrasta con el impresionante palacete de Quinta Canaima, situado en el mismo cruce.
Continuando por Francisca Herrera en dirección a Sada un edificio abandonado a media construcción, situado junto a la parada de taxis, contribuye a empeorar aún más el cuadro, además de causar molestias a algunos vecinos, ya que, pese a estar parada, el cierre de la obra sigue invadiendo la acera y restando espacio para aparcar.
A la entrada de Oleiros, en las proximidades de la sede de la Policía Local, otros tres edificios dan la bienvenida al visitante tras dejar atrás la rotonda con las tres grandes piezas de alfarería, dos de ellos, apoyando sus miserias muro contra muro, y el tercero con el cielo como techo.