La caja, las cigarras y la hormiga

A CORUÑA

28 dic 2013 . Actualizado a las 19:13 h.

El nombre de la semana es el de Juan Carlos Escotet. A él va ligada la mejor noticia de la semana para los más de cuatro mil trabajadores de las dos viejas cajas gallegas que llevaban más de seis meses sufriendo pesadillas con un final traumático de sus empleos vinculado a la venta de NCG a cualquiera de los dos grandes grupos financieros españoles (las cigarras) que la codiciaban, pero que no quisieron arriesgar ni un euro para maximizar los beneficios de sus cuentas anuales. Su banco, Banesco, desembarcó en A Coruña hace poco más de un año. Lo hizo para apostar por una hormiga, el Banco Etcheverría, el más antiguo de España, nacido en la plaza de García Hermanos betanceira y con apenas medio centenar de oficinas en toda España. Lo compró por unos treinta millones de euros y lo dejó en manos de sus gestores tradicionales: Javier Etcheverría siguió como presidente -lo será también de NCG- y Francisco Botas como director general.

Mientras, Escotet entró en contacto con el presidente de NCG, José María Castellano, que se empeñó hasta el último segundo por impedir que la principal entidad financiera gallega desapareciera en alguno de los gigantes que la rondaban. El trabajo de Castellano se sumó a los contactos de Alberto Núñez Feijoo y Carlos Negreira, que fueron tejiendo una relación de cercanía con el millonario venezolano.

A su vez, el empresario venezolano encontró cada vez más comodidad para él y su familia en A Coruña, donde realizaron una vida absolutamente normal en sus múltiples visitas. Esa comodidad y anonimato, traducidos en tranquilidad y seguridad, son elementos que valora muy especialmente la familia Escotet.

El cambio y el futuro. Mientras eran muchos los que especulaban con el supuesto apoyo a los fondos extranjeros como la mejor opción para la entidad, tras el verano, tanto Feijoo como Negreira coincidieron con Castellano en buscar otras opciones para evitar la cerrazón del FROB y las maniobras de algunos políticos que parecían más preocupados de no contrariar a la gran banca que de aportar la mejor solución para Galicia y los contribuyentes. En noviembre, Banesco decidió competir y, desde entonces, el proceso ya es conocido. El futuro no pinta mal. Escotet ha prometido conservar los empleos y potenciar la marca. Quizá cambie su nombre comercial, pero A Coruña conservará una herramienta financiera de primer nivel, varios cientos de empleos de gran calidad y una demostración clara de que sus empresas son atractivas y capaces de competir en cualquier mercado.

Los políticos, a lo suyo. Oír las quejas de algún partido como el PSOE a la venta produce rubor. José Luis Méndez Romeu, que intentó ser consejero de la antigua caja, debería preguntar a sus compañeros de partido que sí lo lograron qué opinan de la operación. Una cosa es criticar la acción de gobierno y la otra no ver que se ha elegido la menos mala de todas las alternativas posibles.