Lejos quedan ya aquellos primeros días de junio del 2008 en los que el hallazgo de los restos de lo que iban a ser los cimientos de una nueva muralla para proteger la ciudad obligaron a paralizar el túnel del Parrote. Aquella decisión administrativa acabó siendo una de las principales armas de la oposición contra el gobierno local liderado entonces por Javier Losada. El proyecto inicial, presentado ya por Francisco Vázquez, junto al entonces presidente del Puerto, Macario Fernández-Alonso, preveía un aparcamiento subterráneo entre La Solana y María Pita. Aquella infraestructura tenía como premisa básica dar una alternativa a los vecinos de la Ciudad Vieja en el ya entonces «inminente» proceso de peatonalización del casco histórico que, como es fácil comprobar, sigue siendo un anhelo tan antiguo como improbable a corto y medio plazo.
El agujero se está cubriendo, pero el proyecto no para de crecer. En los últimos meses, el alcalde, Carlos Negreira, ha suscrito acuerdos con Xunta, Puerto y Gobierno central para construir un puzle que va mucho más allá del Parrote y que, si se hace realidad, debe servir para rediseñar el frente portuario, devolviendo a los ciudadanos miles de metros cuadrados ahora inaccesibles.
Plazos, dinero, objetivos. Las piezas principales del puzle son la conexión del Parrote, el soterramiento del tráfico en la Marina y los terrenos portuarios de San Diego y Palexco. También importa la financiación, que será compartida por todas las administraciones. Y falta una última parte de la ecuación: los plazos. Parte de esa información la tendrá que dar mañana la ministra de Fomento, Ana Pastor, que acudirá a bendecir el esperado traslado de Repsol a Langosteira. Tras un larguísimo tira y afloja, la primera petrolera española y Puertos del Estado han alcanzado un acuerdo económico satisfactorio para todas las partes. Repsol percibirá una compensación económica muy inferior -menos de un tercio de los 300 millones a los que aspiraba inicialmente- y liberará en varias fases el corazón de la ciudad de algunos de los tráficos más peligrosos y molestos para los ciudadanos: el azufre, el coque y el petróleo se descargarán en Langosteira a partir del 2018.
Las nuevas oportunidades. Repsol es una empresa clave para el tejido industrial de la ciudad. Su refinería genera buena parte del tráfico de graneles del Puerto -es su mejor cliente- y ha sabido ser comprensiva con las demandas de crecimiento de la urbe. Su presencia en Langosteira le permitirá acceder a nuevos objetivos. También, a estrechar lazos con Pemex. Si impera la lógica, ambas empresas pueden constituir un polo de distribución de productos petrolíferos para todo el mundo. Además, los terrenos liberados en San Diego, Calvo Sotelo y Batería servirán para financiar un tercio de Langosteira. Con la crisis, su valor ha menguado. ¿Habrá posibilidades alternativas que eviten su urbanización? ¿Y el dinero pendiente?