La hora de la gran política en A Coruña

A CORUÑA

02 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

ACoruña tiene un principio de plan. «Somos la única ciudad de Galicia con proyecto», presumió el alcalde, Carlos Negreira, en la entrevista balance del ecuador de su mandato. El pasado miércoles exhibió algunas de sus cartas con la selección de trece propuestas de desarrollo en el marco del plan Coruña Futura. La idea fue acogida favorablemente por la sociedad coruñesa. En las exposiciones del plan a seis grupos de unas cuarenta personas, apenas hubo críticas. Y sí bastantes elogios. A Coruña por fin tiene un plan, se oía decir en los pasillos. Incluso algún funcionario de otras siglas políticas lo verbalizó entre las butacas del salón real. También hay quejas, sobre el coste o la elección del diseñador, incluso sobre su originalidad. Pero lo que muy pocos discuten es que en el siglo XXI hay dos clases de ciudades: las que tienen proyecto y las que no, las que apuestan y desarrollan una idea y las que se dejan llevar copiando las cuestiones menores y limitándose a gastar dinero en elementos triviales que en poco ayudan a generar opciones de futuro para los más jóvenes o, simplemente, para captar inversiones y habitantes.

Amplitud de miras. Por eso es ahora el equipo de gobierno el que tiene que convertirse en el motor de una iniciativa que, como bien se enunció a lo largo de la semana, es un proyecto intergeneracional, una hoja de ruta que habrá que desarrollar durante varias décadas -en Bilbao van por los seis lustros ya- y en la que conviene el máximo consenso posible. Lo que no parece de recibo es gastarse el dinero de la ciudad en una obra y que a los seis meses haya un cambio de gobierno y haya que destinar otro pastizal para demolerla o corregirla, aunque sea con el aval de las urnas. Por eso, nuestros políticos, los que están y los que quieren estar, han de demostrar ahora su verdadero orgullo de ciudad. Toca al alcalde ser generoso y consensuar con la oposición los ejes vertebradores de este proyecto, cuya selección definitiva de ideas se hará el próximo otoño. No debería ser difícil encontrar puntos de entendimiento. El PSOE defiende que no hay nada nuevo en la hoja de ruta, con lo cual no tendrá dificultades en apoyar lo que defendía en el pasado, mientras que Esquerda Unida ya ha expresado su voluntad de implicarse en Coruña Futura. El BNG, de momento, no opina, aunque sería conveniente ese ejercicio de generosidad para volver a conectar con la ciudad. No será fácil que todos abandonen sus posturas, pero ojalá haya un horizonte común, ajeno a los vaivenes de las urnas.

Diplomacia urbana. La segunda parte del proyecto será igual de compleja. Encontrar financiación. Las arcas municipales destinan 25 millones de euros anuales a todas sus obras. Y posicionar A Coruña en el mapa mundial costará mucho dinero. Ahí es donde Negreira -y todos sus colaboradores- tendrá que emplearse a fondo para captar fondos entre las distintas administraciones públicas y los inversores privados. Porque sin dinero, cualquier idea es insuficiente.