De Raphael al rumor de los Stones

F.?M. a Coruña / la voz

A CORUÑA

Pionera de la música en directo, por su escenario pasaron innumerables artistas

08 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La historia de El Seijal está plagada de anécdotas. Teniendo en cuenta la cantidad de gente que bailó en su pista, Vitina Pacios no duda en afirmar que «debimos de casar a media ciudad y parte de la comarca, porque aquí se conocieron muchas parejas». Como parte de la historia reciente, la sala no escapó de protagonizar algún episodio que pudo ser dramático, como cuando el huracán Hortensia levantó la cubierta del palco de verano en octubre de 1984, yendo esta a parar a las fincas colindantes; o cuando en junio de 1991 un camión se empotró contra la fachada lateral. Pero en El Seijal nunca pasó realmente nada malo: «Es que el público que venía terminaba siendo como de la familia. Siempre tuvimos un ambiente muy tranquilo, porque los clientes venían desde el primero al último día del año y todos nos conocíamos, aunque fuéramos muchos», relata la propietaria.

Quedan para el recuerdo las fiestas de carnaval, que cerraban los festejos de la ciudad y a cuyos concursos se presentaba gente venida de diversos lugares de la provincia: «Muchos decían que un tercer premio de disfraces en El Seijal valía más que un primero en cualquier otra fiesta. El nivel era altísimo», cuenta la viuda de Lafuente.

Templo de la música en vivo

Pero el anecdotario más jugoso de la sala de fiestas está en sus conciertos. Pionera en acoger actuaciones en directo, por su escenario pasaron El Dúo Dinámico -«Fue fuera y llovió, pero la gente se quedó bailando con manteles en la cabeza», asegura Vitina Pacios-, Nino Bravo -«Para mi el mejor concierto de todos. Nino era increíble»-; Al Bano, Raffaella Carrá, Los Brincos, Los Bravos, Luis Aguilé, Los Pop Tops con su Mammy Blue; Las Grecas y hasta Los Ilegales, en 1984.

Quizás el más recordado de todos sea aquel que trajo a un joven Raphael en agosto del 67 por dos días. «Estaba tan lleno que había gente que lo veía desde el interior de la sala, a través de las ventanas», recuerda la gerente. Incluso se habilitó un palco especial para las nietas de Franco, que estaban pasando el verano en Meirás y no quisieron perderse la actuación del de Linares.

Especial huella dejaron los conciertos que dio Pucho Boedo: «Es que Pucho era mucho Pucho -asegura Pacios-. Se metía al público en el bolsillo. Actuó en 1947 y también en sus últimos años, cuando ya estaba enfermo. Pero seguía siendo único». También hubo recitales polémicos, como el de Joan Manuel Serrat en 1972. La policía apareció en El Seijal horas antes del concierto para revisar y aprobar su repertorio. Incluso llegó a rumorearse, por un comentario jocoso publicado por Luis Caparrós en La Voz en diciembre de 1968, que los mismísimos Rolling Stones podrían haber venido al Seijal. «¡Cómo se lo proponga Lafuente...!», sentenciaba entonces Caparrós.

«Nunca nos vinieron los artistas con manías ni exigencias. Claro que mi marido sabía muy bien cómo tratarlos, le encantaba, era su vida», cuenta la viuda de Lafuente. Aunque todo tiene su excepción. En todos sus años de historia, solo un artista falló, y lo hizo por partida doble. Fue Peret, que no apareció a dar el recital contratado en 1968 ni en la segunda oportunidad que se le dio al año siguiente. Balance envidiable y difícil de igualar que convirtió a El Seijal en un auténtico templo de la música en vivo, todavía añorado por muchos que ven en sus amplias dimensiones la sala que necesita la ciudad para determinadas actuaciones de mediano aforo.