En la reciente Copa del Rey de baloncesto, Galicia estaba representada con sus mejores embajadores. En la cancha, el barcelonista Fran Vázquez y en la mini copa, Jonathan Barreiro. Muy cerca, pero alejado del glamur de la canasta, Carlos Cortés (A Coruña, 1974), el mejor árbitro de la historia de Galicia.
Director técnico del Comité Gallego de Árbitros, colegiado de ACB desde hace más de un lustro (segundo gallego en lograrlo) e internacional desde hace un año (primero en Galicia que firmó tal hito), rezuma baloncesto, aunque en sus inicios practicó también fútbol, voleibol y hockey sobre patines.
Con la humildad por base («alguien me dijo una vez: ?Nunca olvides que saliste de Katanga?», recuerda), Cortés aplica a sus alumnos el principio de trabajo y perfeccionamiento que le llevó a lo más alto. «No hay un manual de cómo ser árbitro, yo me hice entrenador para aprender más baloncesto e incluso en ACB me llegué a plantear si estaba preparado; en la ley del deporte ni figuramos; estamos por generación espontánea», explica.
Trabaja de siete a once de la mañana como técnico de sonido en una emisora. El resto del día, para su preparación como árbitro, física, técnica y mental. «A veces me saturo, mi entorno también procede del básquet», explica mientras busca la fórmula para expandir en Galicia esta ingrata labor. España ha recorrido medio camino. «Hay mucho nivel y en Europa lo reconocen; nos tratan diferente por ser españoles», relata. Aprendió de Camilo Galán el reglamento y la constancia. Después, Betancor, Hierrezuelo, Arteaga, y sus compañeros de inferiores categorías.
«¿El partido más complicado? Nunca olvidaré dos que pité con Juan Domínguez en Foz, por una fase de ascenso hace 15 años. Nos tiraron la puerta del vestuario abajo y hasta la Guardia Civil que nos escoltó nos criticaba», recuerda.
baloncesto El coruñés carlos cortés, segundo gallego en acb y primer internacional