Boxeador sonado y madre coraje

eduardo galán

A CORUÑA

11 feb 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«The Fighter»

Director: David O. Russell. Intérpretes: Mark Wahlberg, Christian Bale, Amy Adams, Melissa Leo.

Con sus discursos sobre la corrupción, el tormento y el fracaso, el mundo del boxeo le ha dado al cine unas cuantas obras maestras, desde Cuerpo y alma hasta Toro salvaje, pasando por Nadie puede vencerme o Fat City. Pero, a pesar de los Globos de Oro obtenidos y las siete nominaciones a los Oscar que están en juego, The Fighter no es una gran película.

The Fighter, que comparte título con otros dos filmes menores de temática pugilística, está basada en la historia real de dos hermanos boxeadores del proletariado de Massachusetts que acariciaron el éxito. El mayor alcanzó notoriedad por vencer a Sugar Ray Robinson gracias a un resbalón fortuito del campeón, pero acabó perdido en la droga; el segundo triunfó, con suerte y tesón, llegando a ser campeón del mundo de los pesos ligeros a comienzos de los años noventa. Junto a ellos, una de esas madres coraje de tradición irlandesa, mánager de sus propios hijos, protegiendo al más débil, al dipsómano sonado, e ignorando al más fuerte y sensato.

Como se ve, el drama daba para mucho. Pero David O. Russell, autor de la pretenciosa Tres reyes, no es Scorsese. Su amanerada película transita a empujones, carece de profundidad y de pegada. Y, a pesar de todo, el director disputará el Oscar a gente como los Coen, que es como hacer competir a un alumno de primaria con un catedrático.

Aunque The Fighter no funcione, confundida en un vaivén que va desde el videoclip lleno de vicios al neorrealismo mal entendido, lo cierto es que ahí están Christian Bale y Melissa Leo y por ellos vale la pena aguantar todos los asaltos. Con su boxeador caído, Bale regala otra de esas transformaciones de pura locura de las que es capaz. El que fue el niño de El imperio del sol y que ahora es Batman vuelve a perder peso aproximándose al cadáver ambulante de El maquinista, mutando su cuerpo en puro nervio e interpretando justo en los límites de la caricatura. Si un actor no se despeña ante algo así es que es grande. Conseguirá su Oscar al mejor secundario, con permiso de Geoffrey Rush (El discurso del rey).

Y Melissa Leo, nominada hace dos años por Frozen River, está casi tan camaleónica como su hijo en la ficción. Ella también deberá medirse a otra fuerza de la naturaleza, esa robaplanos que es Hailee Steinfield, la niña del remake de Valor de ley.