Se han escrito 10 crímenes

Alberto Mahía A CORUÑA/LA VOZ.

A CORUÑA

Desde septiembre del 2008 hasta el sábado ha habido diez homicidios en la comarca coruñesa, lo que supone un asesinato por cada 18.000 habitantes

11 oct 2010 . Actualizado a las 14:22 h.

José Manuel y Claudia, que esta semana hubiesen cumplido 3 años de novios, ya son parte de una estadística que dice que en la comarca coruñesa murieron asesinadas entre septiembre del 2008 y el pasado sábado diez personas, lo que arroja una tasa de un homicidio por cada 18.000 habitantes. No está nada mal para un lugar tan placentero como siempre lo fue el área metropolitana coruñesa, acostumbrada a la mansedumbre de sus delincuentes, a los que siempre se mantuvo a raya, dejando por los suelos los índices de criminalidad. Pero ahora la racha no puede ser peor. Los números ponen los pelos como escarpias.

Todas esas cifras poco importan ya a José Manuel y Claudia. Ni la Justicia consolará a unos padres que han gritado hasta quedarse roncos contra el sistema judicial, al que culpan de que el asesino de sus hijos anduviera libre como un pájaro solo ocho años después de coser a puñaladas a un taxista en Ordes. Salió de prisión y conoció a una chica como él. Fue como juntar el hambre con las ganas de comer. Así que el 8 de noviembre del 2008 Adriana Amenedo y su novio Prado Riveiro fueron detenidos en Ribadeo cuando huían. Atrás habían dejado los cuerpos desmembrados de José Manuel Gómez y Claudia Castelo. Los mataron a cuchilladas para robarles la furgoneta y el dinero que pudieran tener en casa. Hoy en día, ambos procesados, que se enfrentan a una condena de 46 años de cárcel, se echan la culpa.

De los diez homicidios, fue el único en el que se mató por dinero. Los ha habido pasionales, como el del pasado sábado, con un hombre separado capaz de quemar vivo a su propio hijo para vengarse de su ex pareja, según las primeras investigaciones; o el ocurrido el pasado mes de agosto en Bergondo, donde un sexagenario, hundido por no saber quién se ocuparía de su hermana enferma cuando él muriese, le quitó la vida y luego se suicidó. También terminó en suicidio un hombre que mató a otro en Teixeiro por diferencias con un contador de la luz. Aunque es la droga la culpable de la mayoría de las muertes. Por consumir droga, por comprarla o por no cobrarla se acuchilló o disparó en seis de los diez asesinatos. Parece claro que lo de ganarse la vida vendiendo cocaína en la comarca se ha vuelto un negocio muy peligroso.

Todos resueltos

Sin desmerecer a los agentes de la Guardia Civil, a los que no se les escapó ni uno de los asesinos, parece obvio que estos no aspiraban al crimen perfecto y, si lo hacían, no dieron pie con bola, pues todos han dejado un reguero de pruebas contra ellos. Aparte de torpes, los asesinos de la comarca también se parecen por sus hábitos. Si los agentes llegaron a detener a 18 personas relacionadas con esos diez homicidios, 15 eran consumidores de droga.

El segundo de la macabra secuencia sucedió en noviembre del 2008, cuando mataron en Aranga a dos traficantes de Muros, a los que descuartizaron y ocultaron en un pozo negro en Fonteculler. A los culpables se llegó gracias a escuchas telefónicas y a uno de los implicados, que optó por cantar antes de caer bajo las balas de sus compinches. Los imputados son seis; pero solo a uno lo acusan de la muerte. Al resto, de colaboradores en las tareas de descuartizamiento y ocultación de los cadáveres.

Cronológicamente, el siguiente asesinado lo encontramos el 8 de mayo del año pasado. Ese día en Arteixo perdió la vida Alfonso Piñeiro. Le pegaron un tiro en la cabeza en su casa. Fue un ajuste de cuentas lo que acabó con su vida. Dos personas están detenidas a espera de juicio.

El asesinato de David Pérez en Carral es la quinta anotación en la trágica lista. Dos amigos van a casa de uno de ellos a ver un partido de fútbol y uno termina con un tiro en la frente. El sospechoso dijo que se trató de un accidente cuando jugaban con una pistola. El fiscal cree que lo mató, sin más.

En abril de este año, un hombre mataba a su vecino tras múltiples discusiones. La última fue por el contador de la luz. Tras pegarle un tiro, el autor se suicidó.

Ya el pasado julio se halló el cuerpo sin vida de una mujer en el pantano de Cecebre. Se detuvo a su masajista, pero salió en libertad con fianza ante la falta de pruebas. Y pocos días después, un sexagenario mataba a su hermana ante el miedo a no poder cuidarlo cuando él muriese. Los enterraron juntos.