El niño bonito del pop británico

A CORUÑA

Damon Albarn, el propulsor del festival Africa Express, que tendrá lugar en agosto en Santa Cristina, lleva ya dos décadas grabando discos en todo tipo de proyectos

24 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El caso de Damon Albarn equivale al de ese estudiante aplicado que se mantiene en la línea del notable sin aparente esfuerzo. Rara vez baja del ocho en sus calificaciones. Sin embargo, tampoco llega al diez. Es más, da la sensación de que ni siquiera lo intenta.

En la promoción del colegio del pop inglés de los noventa, en donde lideró Blur, los hubo mucho más geniales. Lo suyo no llegó, desde luego, a igualar las cimas de Primal Scream, My Bloody Valentine, PJ Harvey, Radiohead o Suede. Pero, en perspectiva, su hilera de discos y proyectos se presentan dos décadas después como una senda segura en la que encontrar eso que los estetas del pop siempre anhelan: grandes canciones.

Damon asomó la cabeza junto a Graham Coxon, Alex James y Dave Rowntree. Los cuatro formaron Blur en 1989, en un momento en el que resultaba fácil terminar eclipsado. En los primeros noventa, el pop inglés era bastante más que Franz Ferdinand o The Libertines. Stone Roses, Primal Scream y My Bloody Valentine habían sentado cátedra con tres obras maestras: Stone Roses, Screamadelica y Loveless. Así el debut de Blur, Leisure, muy influenciado por el sonido madchester, quedó relegado al cajón de los prescindibles.

Herido en el orgullo, el grupo quiso quitarse de encima la etiqueta de segundón en 1993 con Modern Life Is Rubbish. Ahí, Albarn inauguró la fórmula con la que reinaría en la era brit-pop. Con un toque de The Kinks por aquí, otro de David Bowie por allá y los Beatles siempre en la retaguardia, Blur encontraron un camino por el que pasearse hacia un éxito que llegaría en toda su extensión en 1994 con Parklife. Es el disco de Girls and Boys, una de esas canciones que 16 años después mantienen intacto su frescor inicial.

Guerra con Oasis

La explosión de Blur coincidió en el tiempo con el advenimiento de Oasis. La maquinaria industrial inglesa aprovechó la coyuntura para resucitar el Beatles vs. Rolling Stones con ellos y un único objeto: pulverizar todos los récords con los siguientes trabajos de ambos. Lo lograron. En el caso de Blur, The Great Escape continuó por las coordenadas de Parklife y vendió como nunca, pero creó recelos por su irregularidad. Muchos ya preparaban su lápida.

Pero el grupo miró a EE.UU. y se reinventó con el homónimo Blur en 1997, ganándose el respeto de los escépticos. Le sucederían 13 y Think Tank, ya sin Graham Coxon, antes de hacer lo que debían: separarse.