El «pibe» del taller de Fangio

A CORUÑA

Un emigrante de Teixeiro rememora su relación con el cinco veces campeón de fórmula 1, para el que trabajó en Argentina

05 ago 2009 . Actualizado a las 11:10 h.

Eugenio Martínez necesitaría una segunda vida para contar la primera. El episodio de su temprana emigración a Argentina marcó su biografía, como la de tantos otros contemporáneos que se vieron obligados a buscar suerte lejos de casa. Pero pocos pueden contar haber conocido y trabajado para el primer mito de la historia de la fórmula 1, Juan Manuel Fangio.

Eugenio, que este domingo recibirá un homenaje en Curtis por su condición de embajador del Concello, recuerda cómo había llegado a Buenos Aires en 1952 con el título de mecánico ajustador tornero bajo el brazo. Con 19 años, pronto entró en contacto con un mecánico italiano que le acogió como un hijo. Resultó ser el que le preparaba el vehículo convencional de Fangio, un modelo de Chevrolet. Así entró a trabajar a la fábrica Mimbie, propiedad del que posteriormente se proclamaría cinco veces campeón del mundo de fórmula 1. «Yo era el niño bien del mecánico italiano y Fangio me saludaba con mucha frecuencia con un '¿qué tal, pibe?' y siempre con la mano sobre el hombro», recuerda Eugenio.

Pero el contacto entre los motores le duró apenas once meses porque su tío, afincado mucho antes que él en Buenos Aires, le reclamó para atender el Café Argos después de que uno de los socios del local se fracturase una pierna. Allí estuvo un año y medio. Después, vuelta al universo de los coches pero ya lejos de Fangio y su mecánico italiano. «Mi hermano y yo montamos entonces un negocio para reparar amortiguadores, y luego le añadimos la posibilidad de revisar suspensiones, direcciones y frenos», recuerda el emigrante. El negocio, propiamente dicho, duró 38 años. «En toda esa época por Argentina solo había coches viejos y había que repararlos, y éramos famosos en Buenos Aires por ser de los pocos en disponer de una máquina que alineaba direcciones», añade este emigrante, que conoció en Argentina a su mujer, natural de Mondoñedo.

En su segunda etapa como mecánico se enroló con dos hombres que competían en ralis y, por necesidades del guión, acabó de copiloto en una de las pruebas. Aquella experiencia acabó en un grave accidente que la ha dejado tres cicatrices. «Y ya no quise saber nada más de los coches de carreras». Hasta que Fangio volvió a cruzarse en su vida, esta vez como figura del deporte de las cuatro ruedas. Eugenio supo, como toda Argentina, de sus grandes éxitos entre los mejores pilotos del mundo. «Pero a Fangio quien lo hizo famoso fue Perón en 1956, fue el presidente el que le subvencionó, él era un tipo humilde, cuya familia tenía alguna explotación agrícola en la provincia de Buenos Aires», señala este emigrante de Curtis. «Pero el nombre de Fangio está medio olvidado allá en Argentina». ¿Por culpa de Maradona? «No, Maradona es un tiro al aire», comenta.